Declaración de guerra

Publicado el 11 de agosto de 2022

Fuente: EL REPORTE


El ratificado primer ministro Aníbal Torres tomó la palabra y no fue para hablar de Adolf Hitler. Esta vez aprovechó una reunión con los dirigentes de las bases sociales de Lima para invitar, ya sin disimulo, a un levantamiento. La exhortación fue desde Palacio y la consigna que universalizó fue la de defender al presidente Pedro Castillo. Siguiendo la desgastada línea del Ejecutivo, volvió a culpar a la oposición y a la prensa de la crisis en el país. Ahora, sumó otro anticuerpo a esta narrativa: al sistema judicial. Según su prisma, la Fiscalía allanó la casa de Pizarro como parte de un show mediático. Luego, omitiendo las seis investigaciones contra el mandatario —el primer caso en la historia—, insistió en que los intentos de vacancia y de suspensión son solo parte de un plan golpista. En una parte de su discurso, con el compás de la incitación, dijo: “¿Lo vamos a permitir?”. Todos los presentes respaldaron al unísono: “Cierre del Congreso”, “Siempre de pie nunca de rodillas” y un largo etcétera.


Después del allanamiento a Palacio, el martes 9, para detener a la cuñada del mandatario Yenifer Paredes —quien se habría escondido en uno de los ambientes—, el presidente empezó a doblegarse. Él mismo lo confesaría horas después: “Han golpeado seriamente a mi familia”. Por este motivo, la mañana del 10 invitó a 500 dirigentes de las rondas campesinas. Uno de estos, Marino Flores, quien visitó al presidente en la sede del Ejecutivo hasta 23 veces, aseguró que su apoyo es por “la democracia”, a la que considera un recurso para evitar destituciones. “Nos oponemos tajantemente a que se vaque el gobierno, porque eso se llama Golpe de Estado”, dijo.


Para la noche, el gobierno programó otra cita. Decenas de dirigentes de las bases sociales de Lima Metropolitana abarrotaron un pequeño espacio de Palacio. Estaban el Frente Nacional de Luchadores Sociales, la Red de Ollas Comunes de Chosica, el Frente de Pescadores Artesanales de Ventanilla y varios más. Entre todos los que hablaron, una mujer cogió el micrófono y exigió airadamente el cierre del Congreso y el cambio de Constitución, lo que terminó exhibiendo el norte de ese encuentro.


El ambiente se terminó caldeando cuando Aníbal Torres, recibido con vítores como si fuera un héroe de guerra, tomó la palabra. Inició amplificando otra vez el discurso de la lucha de clases y, luego, estratégicamente, sabiendo que todos habían extendido sus urgencias, dijo que el Congreso no les permite materializar esas “necesidades fundamentales”. “Y por eso le pagamos todos los peruanos”, articuló enérgicamente, lo que provocó la ebullición total. Después de otro coro en el que se pidió la disolución del Parlamento, el primer ministro hizo una invitación oficial a hacerle frente a la oposición:
“Imagínense ustedes ese espíritu combativo, ese que están manifestando ahora. Si ustedes cada uno con esa energía que tienen, con esa capacidad que tienen, con esa voluntad que tienen para defender sus intereses, sus intereses de sus hijos, y de los hijos de sus hijos, con esa voluntad que trajeran a Lima 50 personas cada uno, entonces ¿no?”


“Sí se puede”, empezó a sonar de menos a más en el ambiente.


“Lo harían arrodillar a los golpistas, lo obligarían a los golpistas para que tengamos una constitución que beneficie a todos los peruanos y no solamente a una determinada clase, a un sector del poder económico”, agregó el premier.


Casi en el colofón de su presentación puso otra vez la cadencia a flote:
“La vacancia a Pedro Castillo ¿qué quiere decir? Quiere decir que se desconoce la voluntad popular, se desconoce la voluntad del pueblo. La vacancia de Castillo es la vacancia del pueblo. Si la vacancia de Castillo es la vacancia del pueblo, ¿lo vamos a permitir?”, finalizó.


Suenan los tambores.

 


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