Por Ántero Flores-Aráoz, publicado en Expreso
No es la primera vez que me refiero al puerto de Chancay, ni creo que será la última, pues las autoridades del Estado, con grandilocuencia, abren la bocota y no se refieren a dicho puerto, sino al “mega puerto” de Chancay. Pero, si lo es, no es por obra y gracia del sector público, sino por inversiones realizadas por capitales de China continental.
Los inversionistas del puerto de Chancay han actuado con gran diligencia, y el puerto está casi listo para inaugurarse el próximo mes de noviembre, cuando también se realizará en el Perú la nueva Asamblea de APEC. A este evento asistirán dignatarios de diferentes países, entre los que estará el presidente chino Xi Jinping, quien también participará en la mencionada inauguración portuaria.
A diferencia de la celeridad china para la construcción del puerto, hay un serio contraste con la lentitud de las autoridades peruanas para ocuparse de la contraparte, como dotar a Chancay de mejores servicios públicos, tener eficientes medidas de seguridad como comisarías, patrulleros y dotación policial, así como juzgados de carácter provincial y una Corte Superior para no tener que trasladarse a la provincia de Huaral. Incluso sería necesario contar con un gobernador o subprefecto provincial, lo cual requiere elevar el distrito de Chancay a la categoría de provincia, una iniciativa que debe partir del Poder Ejecutivo, que hasta ahora no ha cumplido con su responsabilidad.
Lo más triste de todo son las vías terrestres hacia y desde Chancay, que no están preparadas para el flujo de camiones que transportarán los contenedores. Como gran solución, se habla de ampliar las vías existentes y construir una de evitamiento, pero, lejos de hacerla detrás o a espaldas de la parte urbana de Chancay y de su expansión, pretenden construirla partiendo el área de expansión, con lo cual le quitarán a Chancay muchas posibilidades de desarrollo y dificultarán, incluso, tener una ruta turística frente al mar que facilite la edificación de buenos hoteles.
En relación con tal vía terrestre, se debería seguir el ejemplo que nos deja la construcción del nuevo puerto, donde, para permitir que los camiones con los contenedores lleguen y salgan, se ha construido un gran túnel, una maravillosa obra de infraestructura, para que dichos camiones no pasen por el área urbana. Ni siquiera el Callao, calificado como nuestro primer puerto, cuenta con algo similar.
Penosamente, el dinámico y comprometido alcalde de Chancay sigue exponiendo a los cuatro vientos las necesidades de su distrito ante la insoportable sordera de las autoridades, quienes deberían escucharlo y actuar en consecuencia.
Juan Alberto Álvarez, el diligente alcalde, no se rinde y continúa enviando oficio tras oficio a las autoridades que deberían escucharlo, desde la presidenta de la República hasta varios ministros y altos funcionarios administrativos. Ni siquiera tienen la gentileza de responder a los oficios. Silencio en todos los idiomas, pese a que, por mandato de la Ley de Procedimiento General Administrativo N° 27944, deberían atenderlo.
En una columna anterior hacíamos un símil entre el “príncipe y el mendigo”, siendo príncipe el inversionista portuario, que cumple con sus compromisos, y, por otro lado, la localidad de Chancay, que, con sus autoridades, sigue mendigando recursos para que el nuevo puerto cuente con los servicios necesarios. Han pasado varios meses y el mendigo no ha cambiado de calificación, y peor aún, hasta el sombrero para limosnear se está deteriorando.
Fuente: CanalB
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