El programa de tablets satelitales anunciado por Martín Vizcarra para cerrar la brecha digital en escolares de zonas rurales y urbanas vulnerables volvió a colocarse en el centro de la discusión pública, recordando uno de los proyectos más cuestionados de su gestión.

Aunque la iniciativa prometía una revolución tecnológica con más de 800 mil dispositivos distribuidos en todo el país, los reportes internos del Ministerio de Educación ya advertían que los equipos no funcionaban como se había asegurado.

El dominical Panorama accedió a un informe oficial del Minedu que señala que más del 20% de las tablets presentaron fallas que impidieron su uso efectivo. Sin embargo, en diversos colegios el problema habría sido incluso mayor. En el Colegio Comunidad Shipiba del Rímac, los docentes reportaron que el 100% de los dispositivos entregados estaba inoperativo, con sistemas que no respondían pese a que la apariencia externa era impecable.

A ello se suma que muchos centros educativos carecían de conexión a internet, lo que hizo imposible que las tablets se integraran a la enseñanza. En el colegio El Carmelo, por ejemplo, señalaron que ningún dispositivo pudo utilizarse por la falta total de conectividad. Además, los profesores denuncian que recibieron solo una capacitación mínima, limitada a una sesión de cuatro horas, lo que dificultó aún más el aprovechamiento de las herramientas tecnológicas.

Otro hallazgo relevante es que, incluso en zonas donde funcionaron temporalmente, varias tablets dejaron de operar luego de pocas semanas sin conexión, evidenciando deficiencias técnicas y problemas en su configuración. Estas fallas combinadas terminaron por anular la promesa de modernización educativa que acompañó la entrega de los equipos.

El Minedu concluyó en su evaluación que las tablets no generaron mejoras en los resultados de aprendizaje, sin impacto en los puntajes estandarizados de matemática o lectura. El recordado programa, concebido como un paso decisivo hacia la inclusión digital, terminó así marcado por la improvisación, problemas de implementación y un costo millonario que nunca se reflejó en beneficios reales para los estudiantes.