La Arquidiócesis de Lima ha generado controversia tras solicitar a los sacerdotes una “cuota voluntaria” de S/150 por cabeza para comprar un regalo al cardenal Carlos Castillo Matasoglio, en reconocimiento por su reciente designación.
La carta, firmada por el vicario general monseñor Víctor Solís Alfageme, detalla incluso los números de cuenta para realizar los depósitos, sugiriendo que la "voluntariedad" es discutible.
Según el documento, una vez realizada la transferencia a la cuenta del Arzobispado en el Scotiabank, los sacerdotes deben enviar los comprobantes de pago a correos institucionales para identificar los ingresos. Con una base de aproximadamente 350 sacerdotes en la capital, el monto total proyectado asciende a S/52,500. Esto ha desatado críticas sobre el destino de dicha suma en contraste con los principios de austeridad que predica la Iglesia.
Carlos Castillo, reconocido como discípulo de Gustavo Gutiérrez, fallecido defensor de la “opción preferencial por los pobres”, ha hecho declaraciones recientes exaltando la humildad y desapego material de su mentor. Sin embargo, este gesto de recaudación parece contradecir esa filosofía, especialmente en un contexto donde muchos sacerdotes de Lima subsisten con bajos ingresos, apoyándose en colectas parroquiales y la ayuda de sus comunidades.
El contraste es evidente: mientras los sacerdotes afrontan precariedad económica, Castillo percibe ingresos significativos como profesor principal de la Pontificia Universidad Católica del Perú (entre S/10,000 y S/15,000 mensuales, incluyendo bonos) y como arzobispo de Lima.
El pedido de dinero también ha suscitado preguntas sobre las prioridades de la jerarquía eclesiástica. Para muchos, el hecho de que se busque recaudar fondos para un obsequio personal pone en tela de juicio el enfoque pastoral de la institución. A esto se suma la presión implícita en el uso de la palabra "voluntario", dado que la mayoría de los sacerdotes tienen ingresos modestos y podrían sentirse obligados a contribuir.
La noticia refleja una problemática recurrente en instituciones religiosas: el desbalance entre el discurso y la práctica. Mientras Castillo se posiciona como un líder de la teología de la liberación, este pedido ha despertado críticas entre fieles y observadores por lo que consideran un desvío de las verdaderas prioridades de la Iglesia.
Fuente: CanalB
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