Perú se prepara para albergar uno de los proyectos de transporte más ambiciosos de la región: el Tren Lima–Ica, un ferrocarril de alta velocidad que busca transformar la movilidad en la costa sur. Con una inversión de 6.500 millones de dólares y financiamiento liderado por capital chino, la obra reducirá a poco más de dos horas y media el viaje entre ambas ciudades, a lo largo de 323 kilómetros de recorrido.

El proyecto contempla la construcción de 15 estaciones estratégicas en localidades como Villa El Salvador, Lurín, Cañete, Pisco y Paracas. La expectativa es que el tren movilice a 45.000 pasajeros al día, lo que aliviaría la congestión vehicular y reduciría las emisiones contaminantes. Además, la obra dinamizaría la economía de la zona, integrando a miles de personas en un corredor de desarrollo que conecta a Lima con el sur del país.

Entre sus principales características se incluyen 47 kilómetros de viaductos y 32 de túneles, diseñados para superar los desafíos geográficos del territorio. El tren alcanzará velocidades de hasta 200 km/h para pasajeros y 100 km/h para carga, lo que lo convertiría en el más rápido de América Latina, superando experiencias como el Tren Maya en México o el Santiago–Chillán en Chile.

China Railway lidera las negociaciones de financiamiento dentro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, aunque también compiten consorcios de Canadá, Francia y Alemania. Según el ministro de Transportes, Raúl Pérez Reyes, el inicio de la obra está previsto para el primer semestre de 2026 y se espera que las tarifas sean accesibles, comparables a las del transporte urbano administrado por la ATU.

El gobierno peruano busca además que el Tren Lima–Ica se articule con el futuro corredor ferroviario bioceánico y con el puerto de Chancay, ambos respaldados con capital chino. Con ello, el país no solo mejoraría su conectividad interna, sino que también se consolidaría como un eje estratégico del comercio entre Asia y América Latina.