La Marina de Estados Unidos amplió su despliegue en el área de responsabilidad del Comando Sur (Southcom) con la llegada del destructor lanzamisiles USS Stockdale (DDG 106) al puerto de Balboa, Panamá. Con esta incorporación, el número de buques de guerra estadounidenses operando en la región asciende a al menos diez.

El Stockdale se convierte en el cuarto destructor de misiles guiados en sumarse a la flota desplegada, lo que incrementa las capacidades de ataque y defensa de la fuerza naval. El navío forma parte de la clase Arleigh Burke y está diseñado para operaciones de guerra antiaérea, antisuperficie y antisubmarina, con una capacidad destacada para lanzar misiles Tomahawk.

De acuerdo con estimaciones difundidas, estos diez buques representan aproximadamente el 13% de la flota actualmente desplegada por la Marina estadounidense en el mundo. El movimiento se concentra en el Caribe y el norte de Suramérica, zonas que han sido señaladas en los últimos años como rutas críticas para el tráfico de drogas hacia Estados Unidos y Europa.

La presencia naval, que incluye también portahelicópteros anfibios y embarcaciones de apoyo, se ubica en puntos estratégicos cercanos a Venezuela, Colombia y Centroamérica. Washington sostiene que estas operaciones buscan fortalecer la seguridad marítima, disuadir amenazas transnacionales y respaldar a los países socios en la región.

La expansión del contingente naval se da en un contexto de creciente atención sobre las actividades ilícitas en aguas del Caribe, así como sobre la influencia de actores extrarregionales en Sudamérica. El Comando Sur ha reiterado que su misión combina disuasión, cooperación y apoyo a operaciones humanitarias, aunque la magnitud del despliegue ha generado también lecturas de carácter geopolítico.