La tensión en Medio Oriente alcanzó un nuevo pico de gravedad este viernes 13 de junio, cuando Irán lanzó decenas de misiles contra múltiples objetivos en Israel, incluidos centros militares y bases aéreas.

El ataque fue confirmado por la Guardia Revolucionaria iraní como una respuesta directa a los intensos bombardeos israelíes realizados más temprano, que destruyeron aeropuertos y puertos estratégicos de Irán. Una explosión fue registrada en Tel Aviv, epicentro del contraataque iraní.

La ofensiva israelí, que precedió al lanzamiento de misiles por parte de Teherán, incluyó el despliegue de unos 200 aviones de combate y tuvo como objetivo instalaciones nucleares y militares iraníes. Entre las víctimas confirmadas se encuentran dos de los más altos mandos militares de Irán: el jefe de la Guardia Revolucionaria, Hossein Salami, y el jefe del Estado Mayor, Mohammed Bagheri. El líder supremo iraní, el ayatola Alí Jamenei, acusó a Israel de iniciar una guerra y advirtió que su país no dejará sin respuesta esa agresión.

Israel confirmó que su territorio está siendo atacado y anticipó la llegada de más misiles desde Irán. Las autoridades israelíes han declarado estado de máxima alerta en varias ciudades, incluyendo Tel Aviv, mientras las sirenas de emergencia se activaron en distintas zonas del país. El gobierno de Benjamin Netanyahu aún no ha detallado el número de víctimas o daños materiales tras el impacto de los misiles.

A nivel internacional, las reacciones no se hicieron esperar. El gobierno de Alemania respaldó el derecho de Israel a defenderse, aunque llamó a evitar una escalada del conflicto. Por su parte, el expresidente estadounidense Donald Trump indicó que Washington estaba informado de la operación israelí, aunque no tuvo participación directa.

La situación ha generado alarma mundial por la posibilidad de que el conflicto regional derive en una guerra de mayor alcance. Mientras tanto, los bombardeos continúan y las declaraciones cruzadas entre ambas potencias alimentan un ambiente de creciente hostilidad, con consecuencias imprevisibles para la estabilidad global.