Irán calificó como “asesinato en masa” las explosiones simultáneas de miles de beepers en manos de miembros del grupo chií Hezbolá en Líbano, que causaron la muerte de al menos nueve personas y más de 2,800 heridos.

El portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Naser Kananí, condenó el ataque y responsabilizó a Israel, llamando a la comunidad internacional a actuar contra la "impunidad de las autoridades criminales sionistas".

Kananí afirmó que el ataque, que también hirió al embajador iraní en Líbano, Mojtaba Amani, se trató de una operación terrorista orquestada por el "régimen sionista" en complicidad con mercenarios, y exigió que se procese a los responsables bajo el derecho internacional. Según el portavoz, la acción violó todos los principios morales y humanitarios.

Las explosiones ocurrieron en cadena en diversas localidades del sur del Líbano y en los suburbios meridionales de Beirut, generando una gran cantidad de heridos y pánico entre la población.

Hezbolá, respaldado por Teherán, también señaló a Israel como el responsable del ataque. Mientras tanto, el gobierno israelí ha mantenido silencio sobre las acusaciones.

El diario The New York Times informó que Israel habría colocado los explosivos en un lote de beepers fabricados en Taiwán, los cuales fueron vendidos al grupo Hezbolá. Estas detonaciones constituyen un nuevo episodio en la escalada de tensiones entre el grupo chií y el estado israelí, enemigos históricos en la región.

Irán, que desde los años 80 ha apoyado financieramente y con armamento a Hezbolá, reiteró su compromiso con el grupo y su lucha contra Israel a través del llamado ‘Eje de la resistencia’, que también incluye a Hamás y los hutíes del Yemen.

La comunidad internacional está en alerta ante el riesgo de que estos actos violentos intensifiquen el conflicto en la región y aumenten las tensiones entre Israel y sus adversarios en Oriente Medio.