El Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), de ultraderecha, ha conseguido un triunfo histórico en las elecciones parlamentarias de este domingo, al obtener el 28.8 % de los votos, según el escrutinio casi completo. Sin embargo, su líder Herbert Kickl enfrenta dificultades para formar gobierno debido a la negativa de otros partidos a aliarse con él.

“Los votantes han hablado”, declaró Kickl tras conocer los resultados, argumentando que el país quiere un cambio de rumbo. Su campaña se centró en limitar la inmigración, revertir las medidas sanitarias de la pandemia y criticar la inflación, que es de las más altas de la Unión Europea.

A pesar de este resultado, el conservador Partido Popular de Austria (ÖVP), encabezado por Karl Nehammer, que obtuvo el 26.3 % de los votos, reiteró su negativa a formar una coalición con el FPÖ bajo el liderazgo de Kickl. Nehammer criticó al ultraderechista por aprovechar los problemas de la ciudadanía en lugar de intentar resolverlos. El ÖVP perdió 11 puntos respecto a las elecciones de 2019.

Otros partidos, como el socialdemócrata SPÖ (21.1 %), el liberal Neos (9.2 %) y Los Verdes (8.3 %), también se niegan a colaborar con el FPÖ. Ante esta falta de apoyos, Kickl acusó a sus rivales de tratar a los votantes del FPÖ como "ciudadanos de segunda clase".

A la espera de los resultados definitivos, las opciones de gobierno más viables parecen ser una coalición entre el ÖVP y el SPÖ o un tripartito que incluya a los Neos. Esta última opción sería inédita en la política austriaca, pero ganaría más estabilidad que una alianza conservadora-socialdemócrata, según analistas.

El presidente del país, Alexander van der Bellen, también recordó que cualquier nuevo gobierno debe respetar los principios de la democracia liberal y que su formación requiere mayoría parlamentaria, algo que el FPÖ no ha conseguido.