El obispo de Arlington, Michael F. Burbidge, afirmó que la doctrina de la Iglesia Católica no respalda una política de fronteras abiertas, subrayando que las naciones tienen el derecho y la responsabilidad de proteger el estado de derecho y el bien común de sus ciudadanos.

En una exhortación pastoral dirigida al presidente Donald Trump, al vicepresidente JD Vance y a los líderes del Congreso, el prelado llamó a equilibrar la dignidad de los inmigrantes con la necesidad de mantener el orden y la seguridad nacional.

Burbidge citó las declaraciones del arzobispo Timothy P. Broglio, presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB), y del obispo Mark J. Seitz, presidente del Comité de Migración de la USCCB, quienes han insistido en que la compasión hacia los inmigrantes debe ir de la mano con una regulación justa de las fronteras. Según el obispo de Arlington, la reforma migratoria puede respetar la dignidad humana sin socavar la seguridad ni el estado de derecho, incluso cuando implique la repatriación de personas que han cometido delitos violentos.

En su mensaje, Burbidge expresó su gratitud a los inmigrantes católicos en su diócesis, destacando su contribución a la Iglesia y a la sociedad estadounidense. Asimismo, enfatizó la obligación cristiana de brindar ayuda a quienes lo necesitan sin importar su estatus migratorio, al tiempo que pidió a las autoridades evitar intervenciones en espacios sagrados salvo en casos de extrema necesidad.

El obispo instó a la administración Trump a diseñar una política de inmigración justa y compasiva que restaure la confianza en el estado de derecho y garantice vías legales de entrada al país. Según Burbidge, una legislación equilibrada debe proteger a los vulnerables, valorar la contribución de los inmigrantes y asegurar el bienestar de la nación. Finalizó su exhortación pidiendo sabiduría y caridad para los líderes del país en la tarea de reformar el sistema migratorio.