Ocho de las diez encuestadoras más influyentes de Estados Unidos proyectaron incorrectamente una victoria de Kamala Harris sobre Donald Trump en las recientes elecciones presidenciales.

Entre ellas, FiveThirtyEight, Nate Silver y The Economist pronosticaron que la candidata demócrata obtendría al menos los 270 votos electorales necesarios para asegurar la presidencia, mientras que Trump se perfilaba como el candidato menos favorecido en la mayoría de las proyecciones.

Según los análisis finales de estas encuestadoras, FiveThirtyEight daba a Harris 270 votos electorales frente a los 268 de Trump, una predicción que dejaba margen para una victoria ajustada. Otros pronósticos, como el de Sabato’s Crystal Ball, preveían un resultado aún más amplio a favor de la demócrata, otorgándole 276 votos frente a los 262 para Trump. Sin embargo, el resultado final demostró que las previsiones eran erróneas y Trump obtuvo la victoria.

De las diez encuestadoras principales, solo dos, Decision Desk HQ y DailyMail/J L Partners, proyectaron correctamente un triunfo de Trump, otorgándole respectivamente 275 y 287 votos frente a los 263 y 251 de Harris. Las encuestas de DailyMail/J L Partners mostraron un margen notablemente mayor en favor de Trump, lo que resultó en una de las pocas predicciones acertadas en un ciclo electoral que parecía desfavorable para el republicano.

Este desenlace electoral ha planteado nuevamente interrogantes sobre la precisión y fiabilidad de las encuestas políticas en Estados Unidos, especialmente en un contexto donde las proyecciones fallidas parecen ser cada vez más comunes en las elecciones nacionales. Algunos analistas señalan que estos errores pueden deberse a una serie de factores, como la dificultad para captar votantes indecisos, cambios de opinión en el último momento y la subestimación del apoyo a Trump en ciertas regiones clave.

Para las encuestadoras y sus analistas, esta elección será sin duda un llamado de atención y un punto de reflexión sobre la necesidad de ajustar sus modelos predictivos. El margen de error en las encuestas de este año ha reafirmado la volatilidad del electorado y la complejidad de prever sus preferencias en un escenario político tan polarizado como el estadounidense.