Escrito por Juan Carlos Suttor

Los peruanos decentes, es decir, aquellos que tenemos principios éticos y morales, tal vez una mediana educación y que respetamos la democracia y la Constitución, tenemos claro que el gobierno de Pedro Castillo se encuentra en un hoyo del que difícilmente podrá escapar.

Tengo la esperanza, a pesar de la desesperante e inaceptable lentitud del Congreso, de que este individuo pueda ser suspendido e inhabilitado para ejercer función pública por muchos años y que finalmente la justicia lo ponga entre rejas, a él, a su familia y a todos sus cómplices.

Castillo se encuentra hoy como las bestias heridas y acorraladas, lo cual lo hace más violento y agresivo, y cada día será peor, hasta su caída. Más aún si conocemos sus orígenes sindicales y radicales. Ha llegado al extremo de haber denunciado ante la OEA, una institución devaluada, un intento de golpe de estado, promovido por el Congreso de la República, el Ministerio Público. el Poder Judicial y la prensa, entre otros. Nada más absurdo.

El inquilino de palacio de gobierno, sin duda tiene a sus adláteres, como son el ministro de Trabajo y Promoción del Empleo, Alejandro Salas; el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Félix Chero; a Kelly Portalatino (qué tal apellidito), a cargo del ministerio de Salud y a la machista Claudia Dávila, ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. Montón de chupamedias. Y por supuesto, a su primer ministro, Aníbal Torres.

No podría hacer un comentario positivo acerca del resto de los setenta y pico ministros que ha nombrado el crápula Castillo, quienes, de acuerdo con el Artículo 128º.- de nuestra Constitución Política, son individualmente responsables por sus propios actos y por los actos presidenciales que refrendan. Todos los ministros son solidariamente responsables por los actos delictivos o violatorios de la Constitución o de las leyes en que incurra el presidente de la República, o que se acuerden en Consejo, aunque salven su voto, a no ser que renuncien inmediatamente.

Faltará construir una cárcel para alojar a toda esta banda de delincuentes y a los ministros que estén por nombrarse, porque está claro, si uno está con este gobierno, es un corrupto. Tome nota señor Harold Forsyth.

Yendo al viejito tonto y cascarrabias, el primer ministro Aníbal Torres, que de tonto no tiene nada, debemos tener muy claro que es un ser miserable, un enfermo de la mente, cuyo odio a la sociedad lo lleva a hacer las declaraciones a las que nos tiene acostumbrados.

Desde el "muchachito tonto" que le espetó, incómodo, a un periodista de Canal N, a la calificación de "miserable" al cardenal Pedro Barreto, el de "bazofia de golpistas" con que calificó al Ministerio Público y a los congresistas que recogían las declaraciones de la colaboradora Karelim López, sin dejar de mencionar sus elogios y admiración por Adolf Hitler, uno de los más grandes genocidas de la historia, hasta sus estúpidas amenazas al Congreso de la República.

Sin embargo, lo que más indignación y repudio debe causarnos, por ahora, son las declaraciones que hizo hace unos días, acerca de la conductora del programa Cuarto Poder, la señora Sol Carreño, con quien podemos coincidir o no, pero a quien le faltó el respeto de una manera escandalosa y vergonzosa.

Que me perdonen los amigos que me dicen que adjetivo mucho en mis artículos, pero creo que las cosas deben decirse claramente y con la verdad. Este mal nacido de Aníbal Torres se pasea por los medios exigiendo pruebas contra Pedro Castillo (se han presentado 190 elementos de convicción), pero no ha sido capaz de mostrar una sola prueba acerca de que la señora Sol Carreño, sea una "mala madre", una "mala esposa" o una "mala hija".

Si yo fuera el esposo o hijo de la señora Carreño, ya me estaría haciendo cargo del tema para hacer justicia. La justicia no solo viene del Poder Judicial.

A Aníbal Torres le corresponde el infierno y ojalá sea pronto.