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Hispanidad, Schmitt y la leyenda negra

Publicado el 01 de diciembre de 2025

Consuelo Martínez-Sicluna y Sepúlveda, Doctora por la Universidad Complutense de Madrid y Directora del Instituto de Estudios Americanos del CEU, visitó el Perú para reafirmar los vínculos culturales de España con el Perú. La catedrática, experta en Carl Schmitt, abordó los conflictos contemporáneos, la crisis europea y el acercamiento de la hispanidad entre naciones americanas.

 

ENTREVISTAN: Raúl Chanamé Orbe y Jorge González Bolaños

 

P.: ¿Qué ocurre en el mundo al día de hoy? Es una crisis más o asistimos a una reconfiguración global?

 

C.M.: Es difícil valorarlo. Pero sí es cierto que estamos en esa dialéctica que decía Carl Schmitt, la de amigo-enemigo. En ese sentido, en las alianzas internacionales, al igual que en tiempos anteriores, se debe analizar todo el pasado desde esa perspectiva: “Soy amigo de los enemigos de mi enemigo”. Entonces, es verdad que el contexto geopolítico tiene sus propias reglas. También lo decía Carl Schmitt, “la política es un juego conforme a reglas que le son propias”. Asimismo y desde Maquiavelo, no son reglas éticas, son reglas políticas. Eso explica, quizá también, las alianzas internacionales que se producen. Por ejemplo, ahora mismo, Putin que interviene en el separatismo catalán en España, lo ha sufragado Putin pero no se ha interpelado a Putin. Putin interviene en España y Europa contempla inerte.

 

P.: ¿Qué ocurre con Europa inerte?

 

C.M.: Europa ha cedido el papel protagónico y se encuentra en un contexto de debilidad. Primero, esto se debe al problema bélico contra Ucrania. La cuestión es cómo poner fin a esta guerra que llevan los rusos, la cual está causando problemas a Polonia, Hungría y otros países, ¿cómo frenar su avance? Para ello, es fundamental brindar apoyo militar y económico a Ucrania, teniendo en cuenta que esto constituye una invasión de Rusia. Segundo, culturalmente, Europa está muy débil. El pensamiento woke, de alguna manera, la ha dejado descolocada intelectualmente.

 

P.: ¿Por qué Europa ha perdido el discurso que mantuvo históricamente en relación a la cultura global?

 

C.M.: La razón es que Europa ha dejado de ser esa idea cultural; es decir, ha dejado atrás lo que solía ser. George Steiner, habla de los tres pilares fundamentales de lo que fue Europa: Grecia, Roma y el Cristianismo. Sin ellos no se entiende Europa por lo tanto, visualizamos el abandono de Europa, de su propia cultura desde el momento en que no le interesa Homero, ni Grecia, ni lo que ha sido Roma. No defiende sus planteamientos. El cristianismo, que es un pilar fundamental, no aparece ni como referencia en la Constitución Europea.

 

P.: ¿Qué ocurre con sus universidades, que eran siempre la vanguardia, el parámetro mundial?

 

C.M.: La universidad se ha transformado en una simple fábrica de títulos, donde el estudiante no busca formarse, sino únicamente obtener un título. Este título, es una herramienta para el ámbito laboral, ya no va acompañado de una formación íntegra y avanzada. Asimismo, los estudiantes tampoco provienen de un sistema educativo que fomente el interés por la sabiduría, por el conocimiento y por la investigación; lo que, en definitiva, revela que hemos desarmado a la nueva generación.

 

P.: ¿A que atribuyes esa deshumanización del currículum universitario europeo?

 

C.M.: Esta dinámica proviene del ámbito anglosajón y responde a una concepción marcada por la hiper-especialización. Ello genera una mediatización del conocimiento, pues ya no se publica motivado por la necesidad de transmitir saber, como ocurría en tiempos de autores como Hegel o Kant, sino por la obligación de cumplir con determinados estándares institucionales. Se trata, entonces, de un modelo universitario configurado no por maestros en sentido clásico, sino por tecnócratas; ello explica la crisis del currículum universitario.

 

P.: ¿Y qué pasa en España?

 

C.M.: O España vuelve a sus raíces o tiene mucho que perder. Actualmente, existe un intenso debate intelectual sobre la educación en el país, especialmente en el ámbito universitario, donde preocupa el contenido que se transmite a los alumnos. Históricamente, la formación universitaria nace como un lugar de encuentro cultural para el conocimiento mutuo, empleando métodos como la mayéutica griega (pregunta y diálogo) para fomentar el interés en el saber. Este enfoque es parte del debate intelectual que hoy se produce en España.

 

P.: ¿Qué ocurre al día de hoy con la hispanidad como movimiento cultural?

 

C.M.: Que hablemos de hispanidad ahora ya representa un paso adelante, pues hace diez o quince años este tema no se debatía. Esto significa que son más las cosas que nos unen que las que nos separan. Somos el resultado de aquella conjunción que se produjo en un momento determinado. Si persistimos con esa idea de ser víctimas y de vivir en una humillación constante, nunca vamos a superar los enconos. Si consideramos el contexto geopolítico actual, debemos actuar de forma unitaria en defensa de lo que es nuestro; nuestra lengua es un claro ejemplo de ello.

 

P.: Pero el gobierno de Sánchez ha pedido perdón al gobierno de Sheinbaum.

 

C.M.: La realidad es que no hay nada por qué pedir perdón. El perdón es de los partidarios de Sánchez, no se hizo en nombre de los herederos ni legatarios de aquel proceso cultural, pues somos, al final, el resultado de ese legado.

 

P.: ¿Cómo interpretar entonces ese pasado?

 

C.M.: El problema radica en mirar el pasado con ojos del presente, lo que se conoce como presentismo cultural. Debemos reflexionar: cuando la humanidad nos analice dentro de cien años, ¿qué verán? ¿Qué hicimos y qué dejamos de hacer? Si se evalúan, por ejemplo, los resultados de las independencias de las repúblicas americanas, ¿qué se consiguió realmente? En esencia, la falla es triple: primero, la ignorancia absoluta sobre el tema, que afecta tanto al funcionario que pide “perdón” como a la contraparte a la que se dirige; segundo, el presentismo cultural en sí mismo; y tercero, la incapacidad de reconocer el pasado sin aplicar juicios anacrónicos.

 

P.: ¿Qué futuro nos depara ese enfoque?

 

C.M.: La reciente reunión de las Academias de la Lengua en Arequipa subraya la necesidad de impulsar nuestro idioma. Es crucial propiciar que el español, y no solo el inglés, utilice la IA como su vehículo. Nuestra lengua es hablada por más de seiscientos millones de hispanohablantes en el mundo, un factor que eleva su importancia cultural y geopolítica. De hecho, la capacidad de entender perfectamente lo que escribe Bryce Echenique, Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez demuestra que formamos parte de una cultura común que trasciende fronteras. La literatura hispanoamericana y española nos emociona por igual. Aunque se debate el futuro de la lengua frente a los neologismos y las crisis, este es el siglo de su renacimiento.

 

P.: ¿Qué iniciativas tiene España por América?

 

C.M.: La Unión Europea ha abandonado su legado hispánico. Fue el rey don Juan Carlos el último que se preocupó por el fortalecimiento de las Academias de la Lengua. Eso es verdaderamente importante. Nosotros, como Instituto de Estudios Americanos, dentro de CEU y CEFAS, de la Fundación Universitaria de San Pablo, en un año y medio le hemos dado un gran impulso. Es una preocupación esencial por lo que hemos sido y por lo que debemos ser. Es decir, mirar a América. Uno no cuenta, por ejemplo, en España la migración hispanoamericana es importantísima. Es una migración que se integra. También hay 6 millones de españoles que viven en Sudamérica. España ha sido una tierra de migración. Es decir, todos los gallegos, asturianos, lo que llamábamos indianos cuando volvían, invertían en lo que es El Corte Inglés, que es esa gran empresa, es de un indiano, Ramón Arellas, que vuelve.

 

P.: En 1979, el Rey Juan Carlos trajo al Perú parte de los restos del Inca Garcilaso de la Vega ¿Qué opinas de ese gesto?

 

C.M.: El Inca Garcilaso de la Vega es una figura importante y verdaderamente fundacional de carácter mestizo y perteneciente a una de las familias más destacadas de la nobleza. Además, dominaba varios idiomas: no solo el castellano, sino también la lengua toscana y otras lenguas que llegó a traducir, como a Abarbanel. Todo ello lo convierte en un hombre que encarna, de manera ejemplar, a esa generación que no podía definirse enteramente como española ni como inca. Es el primer peruano junto con Francisca Pizarro, la primera mestiza. Lo cual explica un poco ese momento de síntesis entre dos mundos que se encuentran y se transforman, dando origen a algo nuevo, son los primeros peruanos en un sentido profundo que escriben en español, aunque también recurren a otras lenguas, manteniendo viva la memoria y la preservación de los idiomas originarios.

 

P.: ¿Cómo reintegrar estos mundos con problemas comunes?

 

C.M.: Lo que debemos hacer es trabajar intensamente y de manera conjunta. En el Instituto de Estudios Americanos, que ya cuenta con una sede en el Perú, quienes integrarán el Consejo Asesor no serán españoles, sino representantes de la sociedad peruana: voces provenientes del ámbito cultural, literario, histórico y académico, entre otros. Es decir, la idea es construir un esfuerzo común, porque si cada uno actúa por su cuenta, el enemigo terminará imponiéndose. Como ha ocurrido en el relato histórico, porque no debemos de pasar de “leyenda negra” a la “leyenda rosa”, pero es innegable que la primera fue un discurso elaborado desde fuera, impuesto y asumido como verdadero durante siglos.

 

En la coyuntura actual, con unos Estados Unidos que busca recuperar su condición de gran potencia, donde tenemos la amenaza con China, que es una economía centralizada bajo una dictadura comunista y con la persistencia de dictaduras en América como Cuba, Venezuela y Nicaragua, muchas de ellas con estrechos vínculos con el gobierno español, resulta evidente que enfrentamos desafíos comunes. Por ello, lo que corresponde no es trabajar aislados, sino apoyarnos mutuamente.

 

P.: ¿Cómo percibes la denominada “leyenda negra” de nuestra historia común?

 

C. M.: El origen neerlandés y protestante de ciertos autores resulta clave para entender cómo surge la llamada leyenda negra, la cual es un discurso profundamente negativo que retrata únicamente los excesos, pero no ve ningún beneficio. Se trata de una narrativa muy oscura, que se alimenta de exageraciones y falsedades. Hoy las llamaríamos fake news, pero en realidad no son un fenómeno nuevo; ya en aquella época circulaban bulos y libelos que se difundían con gran eficacia. Hay que pensar, además, que España se encontraba prácticamente aislada en todas sus fronteras y bajo una presión constante por parte de potencias rivales. Desde muy temprano, Inglaterra buscó abrirse paso en los territorios de ultramar. Basta recordar que Cartagena de Indias sufrió repetidos ataques bajo el amparo de la patente de corso de la piratería inglesa, donde la corona inglesa participaba en los beneficios obtenidos por los piratas. Por otra parte, atribuyen que los españoles eran sodomitas, violadores y “marranos”, aludiendo peyorativamente a su historial de convivencia y mestizaje con judíos, judíos conversos y con moros.

 

P.: ¿Cuál es entonces el legado de la controversia lascasiana de Valladolid (1550)?

 

C.M.: Más allá de la figura de Bartolomé de las Casas, pronto se celebrará otro centenario de un hecho verdaderamente excepcional, el momento en que, por primera vez en la historia, un imperio detuvo sus conquistas, para evaluar la justicia de ellos. Ningún otro poder imperial conocido había suspendido su avance para escuchar a juristas y teólogos que cuestionaban si lo que se estaba haciendo era correcto o no.

 

Un episodio de esa naturaleza no se ha producido. Pensemos ahora, por ejemplo, en Putin, ¿Acaso ha convocado a juristas y teólogos para evaluar si está haciendo un mal con la invasión de Ucrania? Es decir, este acontecimiento se produce en el siglo XVI, concretamente en 1550, en este contexto se crea la Universidad de San Marcos (1551).

 

P.: ¿Es la Universidad de San Marcos un legado de esa hispanidad?

 

CM.: San Marcos fue la primera universidad de América. Y lo que ocurrió aquí es lo que no hizo Inglaterra, escolarizar, de crear iglesias, catedrales o centros culturales. En cambio, basta observar el barroco peruano para comprender la magnitud de lo que sí se construyó: un estilo que, por su riqueza y complejidad, rivaliza incluso con el barroco sevillano. Las iglesias de estas tierras sorprenden por su magnificencia; son verdaderas obras maestras.

 

En el Museo de Osma, resultaba impresionante contemplar aquellas imágenes marianas con mantos que evocan claramente la indumentaria de las princesas incas, incorporando detalles que revelan una sensibilidad distinta. Ese solo elemento expresa ya un mundo de síntesis, o sea un sincretismo total. Ya no somos ni uno ni otro, somos síntesis.

 

 

 

Fuente: CanalB

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