Opinión

¡Ay mamita...! ¡Nos topamos con los de la cinta!; por Víctor García Toma

Publicado el 03 de febrero de 2025

Por Víctor García Toma, expresidente del Tribunal Constitucional
Publicado en La Noticia

 

La cada vez más creciente desesperanza y hasta aversión hacia algunos integrantes del sistema de justicia-que incluye a jueces, fiscales y abogados- tiene probada e irrefutable justificación. Lo que se aprecia en razón a su conducta profesional da pábulo para repetir la famosa ironía de Bertolt Brecht: Ellos dan muestra de ser absolutamente incorruptibles; nadie puede inducirles a abrazar la justicia.

 

Para acabar con el prestigio de la abogacía en cualesquiera de sus manifestaciones, hay de aquellos carentes de virtudes -por estos lares escasa- que han recibido en mala hora, el encargo de coadyuvar a una sociedad cimentada en la justicia y la verdad que declara la ley. Así, personajes que con cinta colocada sobre cuello se exhiben con arrogancia ante nosotros para ir cometiendo entuertos que se tutean con la maldad y hasta el delito.

 

La Iglesia le ha asignado a Santo Tomas Apóstol otrora sencillo pescador de Galilea y luego discípulo de Jesús, la pesada tarea de velar por el recto proceder de quienes imparten justicia. Absorto ante el prevaricato y el cambalache judicial que se premia con casas con piscina, alhajas que nos recuerdan a los adornos que acostumbraba Atahualpa, autos de potentados y hasta pequeñas gollerías como viajes al exterior con gastos pagados con recursos de terceros. Ello, por cierto, con la condescendencia de quienes por función y jerarquía institucional deberían velar por que ello no suceda ante sus narices y quizá hasta con su complacencia.

 

Con todo respeto habría que decir que el noble santo ha fracasado en su tarea; o se le han colado bribones que además de cinta llevan como prenda institucional, el antifaz y los guantes negros.

 

En este caso tendríamos que reconocer quien entonces es el “santo” preceptor de los que nombran o encargan tan noble función, hacía unos cuantos que lejos de administrar justicia deberían sufrir la condena por sus actos. En todo caso, el encargo divino no habría sido cumplido con diligencia.

 

La iglesia en apoyo de Santo Tomas Apóstol (martirizado en la India en el 72 D.C) nombró también en 1347 a San Ivo de Chartres. Este fue un monje franciscano que ejerció la defensa y la judicatura con inteligencia y piedad.

 

Al morir sus vecinos hicieron colocar en su tumba el siguiente epitafio.” Era abogado y no era ladrón, Santo Dios ¡Que admiración!

 

Es penoso espectáculo aquel de ofrecer sus servicios profesionales a declarados gánsteres, violadores y asesinos con el cuento que toda persona tiene el derecho a una defensa. siempre que estos les aseguren jugosos honorarios a sufragar (muchas veces del patrimonio de sus víctimas).

 

La argumentación sustentada en el viejo adagio de los rábulas: Si no puedes convencer confunde; y el innoble uso del tecnicismo para burlar la ley y azotar a la justicia ha llegado a niveles insospechados.

 

Los santos nos están fallando; o los supuestos salvaguardados por la gracia de Dios, son simplemente unos impostores.

 

Una explicación ante esta situación seria que, en verdad, esos personajes que denigran las funciones de juez, fiscal o abogado se han inclinado ante el impostor de pureza y beatificidad delatado por Ricardo Palma en su tradición denominada” los abogados de los abogados”. Nuestro escritor rememora que aprovechándose de la vejez y la presbicia de San Pedro- guardián del cielo, un embaucador falsificando unos documentos consiguió tomar asiento en la asamblea de los elegidos por el omnipotente.

 

Probablemente, a ese falso santo hoy le rinden pleitesía los que venden injustica y los que defienden torciendo la justicia.

 

Quizá algún cínico se atreva a decir inclinándose a ese pequeño grupo de encintados. ¡Alabado sea el mercado de la administración de justicia!

 

 

 

 

Fuente: CanalB

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