Por Carlos E. Gálvez Pinillos, expresidente de la SNMPE
Nuestro país está claramente controlado por la actividad delictiva y, las instituciones llamadas a combatir el delito, están altamente influenciadas por mafias y organizaciones político-delictivas, que impiden o mediatizan el accionar del Estado para que los ciudadanos logremos justicia.
Estoy seguro que muchos dirán que lo afirmado es una exageración, pero me gustaría hacer el recuento de algunos elementos a considerar:
Pues bien, hoy estamos desbordados.
Hoy, los transportistas, legales e ilegales de la ciudad de Lima, también están padeciendo la extorsión y el asesinato de quienes no quieren pagar cupos. Ya no estamos hablando de empresarios medianos o grandes, sino de bodegueros, choferes, cambistas, operadores de pequeños restaurantes populares y hasta carretillas.
En esencia, nos referimos a terroristas que, organizados en mafias, amenazan y aterrorizan también a jueces, fiscales y sus familias.
Mientras tanto, la presidente de la república y los ministros de Estado, están ocupados en ocultar información respecto a las actividades del “cofre” o en defenderse de acusaciones de congresistas y fiscales, respecto de sus acciones o las de su círculo más íntimo. En esas circunstancias, ¿quién se ocupa de la seguridad ciudadana y el cumplimiento de la ley?
Aunque ya bastante tarde, por el avance permitido a la delincuencia, el gobierno salió a declarar estado de emergencia por 60 días, en 13 distritos de Lima y en Ventanilla, puesto que los transportistas (más de 33 empresas) optaron por suspender el servicio y, tanto colegios como universidades optaron por las “clases virtuales”. Léase, un claro reconocimiento de que las cosas escaparon de su control. Una declaración de emergencia y un anuncio de que las FFAA (fuerzas armadas) apoyarán a la PNP (policía nacional), no son acciones suficientes para manejar esta situación.
El Estado peruano cuenta legalmente con el Consejo de Seguridad del Estado, el que, bajo el liderazgo y presidencia de la presidente de la República y la participación de los ministros del Interior, Defensa, RREE, Justicia y DDHH, Economía y Finanzas, el jefe del CCFFAA (comando conjunto) y del Comandante General de la PNP, deben invitar al presidente del Congreso, del Poder Judicial y al Fiscal de la Nación, para estructurar un plan integral de trabajo, que cuando menos debe contener:
Reconociendo que, tenemos en el país un accionar delictivo de alcance internacional, no podemos tener legislación ni procedimientos más laxos que los de nuestros vecinos, pues de otro modo, se les estaría invitando a refugiarse en el Perú y hacer de nuestro país, su principal destino.
Es evidente que, esta tarea, ya excedió las capacidades del poder ejecutivo, por lo tanto, deben concertar, a través del Consejo de Seguridad del Estado, con el sistema judicial y, de ser posible, con el Congreso, aunque 60% de congresistas son procesados y el presidente del mismo está ligado a la minería ilegal y sus tentáculos, lo que no resulta el escenario más auspicioso.
Retirar de los gobiernos regionales y ministerios, a funcionarios, de elección o contratados, que hayan estado vinculados a la minería ilegal y otras actividades delictivas. No es aceptable que tengamos como funcionarios y asesores en la presidencia de la república, el Congreso y gobiernos regionales, a gente ligada a esas actividades delictivas.
La PNP debe fortalecer su labor de inteligencia para desarticular estas organizaciones criminales. Ellos conocen a los cabecillas de esas organizaciones delictivas y deben orientar sus esfuerzos a capturar a sus líderes y miembros más encumbrados.
Lo que el gobierno está haciendo, es muy poco y muy tarde.
Fuente: CanalB
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