Opinión

El dilema del Fórmula 1; por Carlos E. Gálvez Pinillos

Publicado el 12 de mayo de 2025

Por Carlos E. Gálvez Pinillos, expresidente de la SNMPE


En el pasado, nos tuvimos que enfrentar durante años, a una política estatista y centralista que nos impidió progresar, tal como merecíamos. Felizmente, la historia nos permitió contar con una Constitución como la de 1993, que puso al ciudadano en el centro, como fin supremo, e impulsó las libertades empresariales que nos permitieron crecer y reducir la pobreza.

 

Lamentablemente, desde el gobierno de Humala se frenó todo el ímpetu empresarial estimulado en la década de los 90s. Unos gobiernos sin visión, nos sometieron a los designios de la burocracia y a los dictados de las ONGs anti inversión. Estos últimos, llenaron al Estado de consultorías inútiles, permisos y demanda de informes y papeles, para obtener algún permiso y ejecutar la inversión privada.

 

Desde el gobierno de Humala, se inculcó en la población el concepto de que, la inversión y obra privada “era mala” y que, por eso se le debía exigir estudios y certificaciones (especialidad de los caviares). Para ellos, sólo la inversión pública es buena, pero tardan tanto, que mientras pagábamos millones por llenarnos de papeles, el Perú se paralizó.

 

Lo antes dicho, trajo como consecuencia una década perdida.

 

Nuestra brecha de infraestructura se amplió, hasta los US$150 mil millones estimados a la fecha.

 

El portafolio de proyectos mineros se quedó estancado y sin desarrollar.

 

Pudimos crecer en agroexportación, pero, a pesar del puerto de Chancay, no desarrollamos las carreteras, puentes y líneas ferroviarias para aprovecharlo, ni estimulamos el crecimiento urbano de la ciudad de Chancay en previsión a su nueva realidad.

 

Entre tanto, la infraestructura hospitalaria y la de salud, no progresaron. Los hospitales que se construyeron como obra pública para ser operados por el Estado, fracasaron por no mantener operativo equipamiento sofisticado.

 

Los colegios públicos, con equipos y tecnología actualizada, no pueden ser utilizados por los profesores, ya que no están capacitados para su uso.

 

Y la cereza del pastel, fue el retraso en la construcción de accesos al nuevo aeropuerto Jorge Chávez, mientras la obra privada completaba su parte dentro de sus plazos.

 

Reza el dicho: “No hay mal que por bien no venga” y hoy, nos enfrentamos a una situación en la que:

 

  • Excedimos los límites razonables del déficit fiscal, por exceso de gasto corriente.
  • Requerimos con urgencia la infraestructura, para crecer, aunque muy retrasados.
  • Ya todos tenemos claro, que la inversión pública es lenta, es corrupta y son incapaces de operar eficientemente.
 

En esas condiciones, el dilema es; cómo ejecutar esas magnitudes de inversión sin incumplir la meta de déficit fiscal, utilizar la mejor ingeniería y logística disponible en el mundo y, además, no aumentar la burocracia.

 

Ante esto, las Asociaciones Público Privadas (APP), aparecen como la mejor opción. Ellas nos permiten atraer la mejor ingeniería y los mejores operadores del mundo, disponer de inmediato de los recursos financieros de los fondos de inversión internacionales y, en simultáneo, no incrementar el déficit fiscal. Sólo así podremos ejecutar la puesta al día en infraestructura que requerimos.

 

La verdad, es que resulta muy grato observar, cómo autoridades de los distintos niveles de gobierno, están comprendiendo el problema y la utilidad de las APPs para su solución. Vienen comprendiendo, que la APP es un gran instrumento que debemos aprender a usar. Que nos permite atraer la mejor tecnología, a los mejores gestores del mundo y todos los recursos financieros disponibles en el mercado, dependiendo sólo de una clara identificación de las necesidades, del establecimiento de reglas claras y hacer el calce adecuado con la fuente de pago o ingresos futuros. Es tan eficaz, como entender que no necesitamos invertir para poseer un auto, suficiente con contratar por aplicativo su servicio de uso y ya.

 

Es, por otro lado, muy lamentable ver cómo algunos candidatos populistas, están tratando de desacreditar las APP, relacionándolas con los altos niveles de corrupción con que actuaron algunos gobiernos nacionales y municipales.

 

Parecieran no querer entender que, un instrumento es sólo eso, no tiene un atributo moral, sino que es sólo un mecanismo que hay que saber usar y, si es así, nos llevará al éxito.

 

En realidad, las APP son como un auto Fórmula 1, es un vehículo extraordinario, que ofrece las mejores prestaciones imaginables y que, en manos de un experto, podrá sobresalir y campeonar en cualquier competencia. Pero, si ese mismo auto Fórmula 1 se lo entregamos a un incapaz para que compita, lo más probable es que se mate en la primera curva.

 

Nuestros pobladores andinos han dominado las cumbres nevadas, nuestros pobladores de la selva, la han conquistado a pesar del abandono del Estado y los costeños conquistan los arenales y el mar. No sólo se han quedado ahí, sino que se han movilizado a las ciudades, se han instalado bajo condiciones muy adversas, a punta de trabajo sacrificado y sin desmayo. Hoy tenemos el imperativo moral de darles todas las facilidades que la modernidad ofrece, para mejorar sus condiciones de vida.

 

¡Ahí tenemos las APP, usémoslas!

 

 

 

 

 

Fuente: CanalB

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