¿Y el corto-largo plazo?
El propósito de las cosas
Por Carlos E. Gálvez Pinillos, expresidente de la SNMPE
Todos los seres humanos debemos pensar en nuestra vejez y en cómo haremos para vivir adecuada y dignamente, al término de nuestra “vida útil” en el mercado laboral.
Lo primero es educarnos, desde la niñez, sobre el concepto, el propósito y la importancia de tener un ahorro previsional.
En segundo lugar, tener una inducción a las finanzas, aprender de la importancia del ahorro y de la acumulación de los rendimientos de esos fondos, durante toda la vida laboral activa.
Tercero, generar desde el Estado, las reglas que le permitan a los individuos maximizar los rendimientos de su inversión, la evaluación de riesgos, la correcta gestión de la relación rentabilidad/riesgo a las diferentes edades. La importancia de asumir ciertos riesgos en la etapa juvenil, lo que permitirá hacer crecer los fondos invertidos y recuperarlos, ante circunstancias de volatilidad de los mercados y, la importancia de reducir los riesgos de tal inversión a edades cercanas a la jubilación.
Por su lado, toca al Estado, internalizar que el objetivo de los ahorros previsionales, es maximizar su rendimiento en el largo plazo, permitir que los fondos sean invertidos localmente o en el exterior, para maximizar rentabilidad, sin poner cortapisas o limitaciones de inversión en el país o en el exterior. Mucho menos, pretender que financien algunos proyectos estatales, con miras a bajarle el costo financiero a dichos proyectos, tal como ha ocurrido en el pasado, aquí y en otros países.
En resumen, reconocer que el propósito de un fondo previsional, es asegurar la vejez con el mayor monto posible y, por lo tanto, la decisión de inversión debe ser libérrima.
Es lamentable ver, cómo una mayoría de congresistas, “analfabetos financieros” y populistas, han destruido el sistema de fondos privados de pensiones. No dudo que, como toda obra humana, el sistema podía ser mejorado, pero lo que resulta inaceptable, es la forma como lo han destruido y atacado, decretando siete retiros (hasta la fecha), sin real necesidad (salvo los dos primeros), pero especialmente en los retiros finales.
Resulta de Ripley, ver cómo un ex congresista, que jamás tuvo fondos previsionales, se pasea por cuanto canal de televisión le da pantalla, para despotricar de las AFP, sin saber de lo que habla.
Hay mentirosos, como el individuo que menciono, que repite todo el tiempo que las AFP “le calculan las pensiones asumiendo que vivirá 120 años” y que, por lo tanto, la pensión resultante sería miserable “y todo, porque las AFP quieren quedarse con su dinero cuando él se muera, pues no le dejan alternativas”. Ciertamente, con tipos como éste, repitiendo mentiras cada vez que puede, impactará en el ciudadano menos informado, quien supone que, como quien habla de esto fue congresista, “debe saber”.
Sepamos todos, que el peor enemigo de los fondos previsionales (que, por definición, son de largo plazo), es la incertidumbre, la amenaza permanente de cambio del régimen de pensiones, de limitaciones a la inversión, los riesgos políticos y económicos y, la narrativa falaz y negativa en contra del sistema.
Ya de por sí, el ser humano privilegia su goce y disfrute de corto plazo, antes que la esperanza de un mejor vivir en el largo plazo. Consecuentemente, su propensión a consumir, será superior a su propensión a ahorrar e invertir. Bajo esas circunstancias, la primera labor de un “buen Estado”, es minimizar la incertidumbre legislativa y regulatoria, pues el ciudadano quiere saber, que se está comprometiendo a aportar a un sistema cuyas reglas no le serán cambiadas a mitad de camino.
Nadie quiere verse burlado, ni vivir bajo la amenaza de que, sus fondos previsionales en cuentas individuales e intangibles, podrán ser “socializadas”, poniendo parte de su esfuerzo individual, en cuentas a ser usadas como fondos de solidaridad.
Como prefiero tomar ejemplos concretos, en lugar de discutir generalidades, les comparto mi caso:
Empecé mi ahorro previsional privado en 1993, cuando se creó el sistema privado de pensiones, la ONP me otorgó un “Bono de reconocimiento” por mis aportes ininterrumpidos a la ONP durante 22 años. A partir de ahí y al cabo de 24 años de aportaciones a la AFP, logré un fondo interesante, constituido 30% por mis aportes y 70% por el rendimiento de esos fondos. Al jubilarme, pude escoger el número de años en el que quería recibir mi pensión, según mi preferencia. En el plazo que yo quisiera y, además, podía retirar mi plata en el momento que me diera la gana. Lamentablemente, nadie cuenta esas historias. Hay por supuesto otras opciones, pero nunca se resalta la flexibilidad para decidir y optar por la modalidad de la pensión, la que, tal vez, podría también haber sido una renta vitalicia.
Lo importante aquí, es que no debemos perder de vista el propósito de las cosas. Un ahorro previsional, es uno que permitirá proporcionar una vejez digna, cuando ya es difícil mantenerse competitivamente en el mercado laboral y no, simplemente tener un depósito del cual echar mano ante cualquier emergencia, cuando aún se es joven y se puede trabajar. Lo mismo ocurre con la CTS, ¿qué sentido tiene entregar ese fondo a quien está trabajando? El propósito de la CTS, es cubrir las necesidades económicas de una persona, durante el tiempo posterior a su desvinculación laboral y cuando se encuentre sin trabajo.
Los congresistas han apelado, demagógicamente, a la debilidad del ser humano y le han hecho un daño, en lugar de beneficiarlo.
¡Todo tiene un propósito en la vida y se debe preservar!
Fuente: CanalB
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