Por Óscar Becerra Tresierra, publicado en Expreso
Es increíble que uno de los colegios más distinguidos de Lima esté envuelto en una noticia escandalosa. Niños de 11 años, que deberían aprender matemáticas, geografía, biología o historia del Perú, son inducidos a leer libros que describen actos sexuales, independientemente de que sean homosexuales, heterosexuales o de cualquier otra índole.
Un niño de 11 años debe centrarse en su formación cultural básica. Esto no incluye “aprender” si es legítimo o no masturbarse mutuamente entre niños o entre adultos. Los menores deben prepararse para juzgar críticamente y decidir por sí mismos cuando sean mayores y tengan la madurez necesaria.
La gran mayoría de la sociedad rechaza estas conductas, pero grupos minoritarios, ruidosos y financiados desde el extranjero, intentan imponer una agenda como “la nueva normalidad”. Es tiempo de hacer algo al respecto.
Mi amigo y compañero de colegio, el atleta olímpico Javier León García, afirma que comprende la persecución que muchas minorías han sufrido y aún sufren en algunos lugares del mundo, como en los países musulmanes. Sin embargo, eso no les da derecho a pretender convertir sus gustos en obligaciones y manipular la mente de nuestros niños, quienes aún no están en condiciones de juzgar críticamente lo que escuchan. Es inaceptable confundirlos con un proselitismo sobre comportamientos sexuales específicos que, en última instancia, son una elección personal.
Sé que al expresar esto seré tildado de homofóbico, pero a quienes me tildan de ello les digo que estimo y respeto a las personas por lo que valen, y no por sus gustos y opciones personales. Lo que no puedo aceptar es que pretendan obligarnos a aceptar como general lo particular. Dejemos que cada adulto, en pleno uso de sus facultades, decida cómo desea disfrutar de la vida. Mientras tanto, debemos preocuparnos porque los niños crezcan aprendiendo lo que necesitan para vivir plenamente.
En este contexto, es fundamental reconocer que la educación infantil debe centrarse en proporcionar conocimientos y habilidades básicas que permitan a los niños desarrollarse de manera integral. La inclusión de contenidos sexuales explícitos en la educación de niños tan jóvenes es inapropiada y puede ser contraproducente para su desarrollo emocional y psicológico.
La educación sexual es importante, pero debe ser impartida de manera adecuada y en el momento apropiado. Los niños de 11 años necesitan aprender sobre su entorno, desarrollar habilidades críticas y fortalecer su capacidad de pensamiento independiente. Introducir temas sexuales de manera prematura y sin el contexto adecuado, puede confundirlos y desviar su atención de las materias esenciales que les permitirán tener una base sólida para su futuro.
Es crucial que los padres, educadores y la sociedad en general trabajen juntos para asegurar que el contenido educativo sea apropiado para la edad y el desarrollo de los niños. Los materiales educativos deben ser seleccionados cuidadosamente para promover el crecimiento intelectual, emocional y moral de los estudiantes, evitando temas que puedan ser perjudiciales o inadecuados para su nivel de madurez.
Además, es importante fomentar un ambiente de respeto y tolerancia hacia todas las personas, independientemente de sus orientaciones o preferencias personales. Sin embargo, esto no debe implicar la imposición de ideas o comportamientos que la mayoría de la sociedad no comparte o que no son adecuados para el desarrollo de los niños. La diversidad y la inclusión son valores esenciales, pero deben ser promovidos de manera responsable y respetuosa, considerando siempre el bienestar y la madurez de los niños.
En conclusión, es fundamental revaluar los contenidos educativos que se están impartiendo en los colegios y asegurar que estos sean apropiados para la edad y el desarrollo de los estudiantes. La educación debe centrarse en proporcionar una base sólida de conocimientos y habilidades, permitiendo que los niños crezcan y se desarrollen sin ser expuestos a temas que puedan resultar confusos o inapropiados para su nivel de madurez. Solo así podremos garantizar que las futuras generaciones estén preparadas para enfrentar los desafíos de la vida con una base sólida de conocimientos y valores.
Fuente: CanalB
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