Opinión

Escila y Caribdis; por Martín Santivañez

Publicado el 16 de octubre de 2025

Por Martín Santivañez, doctor en Derecho


El gabinete que preside Ernesto Álvarez Miranda tiene ante sí una tarea peligrosa hasta el extremo. Si toda la política está en función al triunfo o la derrota, el gabinete Álvarez Mirando tiene frente a sí una única disyuntiva: vencer o morir. Solo el más alto patriotismo puede dar razones para aceptar un puesto tan delicado en momentos como este. Álvarez Miranda tendrá que conducir al Estado armado de dos grandes herramientas: la espada del poder y el báculo de la autoridad.

 

Todos los juristas, y Álvarez Miranda lo es, conocen el grabado de la edición del Leviatán de Hobbes y la frase con que se corona la iconografía del frontispicio: Non est potestas super terram quae comparetur ei. En efecto, para que el Estado cumpla con su función, debe ejercer el poder. Si no lo ejerce, lo pierde, se desacredita, es capturado por un poder alternativo, por un poder antiestatal, porque desafía el orden establecido. Si el Estado sucumbe a este poder revolucionario, triunfa la revolución. Y la revolución es caos, anarquía, destrucción del orden y subversión de la violencia, que pasa de ser una violencia legítima al derramamiento de sangre ilegítimo e ilegal. Estamos al borde de una crisis de esta magnitud.

 

El gobierno debe conducir la nave del Estado por el peligroso mar de Escila y Caribdis. Como Ulises, si quiere sobrevivir, si aspira a durar más de un mes, el gobierno tendrá que optar por el mal menor, pero será un mal al fin y al cabo. Solo manos firmes e inteligentes son capaces de vencer a los monstruos y los remolinos de la convulsión social. Y todo el derecho constitucional, como epítome del Derecho en tanto ciencia, se basa en un principio: el poder se ejerce con firmeza (firmitas) o se pierde para desgracia de toda la Nación.

 

 

 

Fuente: CanalB

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