Por Fernando Calmell del Solar, publicado en Expreso
Desde que hablo con ustedes a través de estas columnas, he recibido tanto críticas como felicitaciones. Las críticas no vinieron de los comunistas o del mundo de la izquierda. Llegaron de aquellos que habitan y lucran desde las ONG que dicen defender la democracia, pero que, en realidad, lo único que defienden es su bolsillo.
¿Por qué digo esto? Porque he leído la columna de Jaime Althaus, un viejo amigo de mi familia, que lleva como título: La Hora de los Empresarios. Estoy plenamente de acuerdo con su descripción de la situación actual.
¿Que la persecución política iniciada hace 25 años por la caviarada ha perjudicado al país? Es verdad. ¿Que el mundo empresarial debe reconectar con la población? Es cierto. ¿Que las reglas no son iguales para todos? Es real y lo vemos todos los días. ¿Que la nueva ley de financiamiento a campañas políticas, regulada y a través del BN, favorece el proceso y lo hace transparente? Absolutamente de acuerdo.
Pero, querido Jaime, no puedo estar de acuerdo, y creo que los ciudadanos tampoco estarán de acuerdo, en el cómo que planteas.
¿Financiando a aquellos partidos que decidan juntarse para acordar programas de gobierno comunes? Inviable por una razón muy simple: el 90 % de los peruanos está harto de las negociaciones entre partidos políticos, porque siempre se han puesto de acuerdo a partir de sus intereses y nunca a favor de los intereses y urgencias de la población.
¿Financiar think tanks, lo que en nuestro idioma significa seguir financiando el negocio de ONG? Claro que no. Porque es financiar a quienes se dedican a pontificar sobre política, que viven de eso, y a personas que buscan ser miembros de las ONG para luego ser contratados como consultores en minería, pesquería, políticas medioambientales, etc., etc., etc.
No, Jaime. Yo sé que tú perteneces a una agrupación bien intencionada. Pero ni yo ni nadie puede avalar que estas ONG que abogan por la transparencia, que dicen ser conscientes, que en su nombre llevan la palabra libertad y que hacen absolutamente lo contrario, deban seguir siendo financiadas. Porque están estafando a los empresarios que las financian y están engañando a todo el Perú.
Por último, el país no quiere ni necesita observatorios judiciales; necesita un radical cambio del sistema judicial. Y tampoco observatorios sobre los servicios públicos; necesitamos que las empresas públicas sean puestas en manos de especialistas que estén lo más lejos posible de cualquier interés político.
Amigos: la batalla cultural no se hace a través de columnas o de conversatorios entre los mismos de siempre. Esta batalla se gana conociendo la realidad de manera directa, dejando de pensar desde Lima, como si fueran iluminados por el Señor.
Por eso, este mes comenzaré a recorrer mi país, para escuchar al Perú y para hablar con el Perú. No pertenezco a ninguna ONG, no tengo fines de lucro y no soy candidato a nada. Lo que sí tengo es una hija y quiero que viva en un Perú libre de toda la porquería. Y amo a mi país; por eso quiero un cambio de ciclo para nuestro Perú.
Fuente: CanalB
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