Por Augusto Cáceres Viñas
Según la tradición haitiana —de donde nace el término— un zombie es un ser vivo o reanimado cuya mente es controlada mediante drogas y pierde su libre albedrío. La evolución del concepto en la literatura y el cine nos muestra a los zombis actuales como producto de alguna infección apocalíptica: hibernan de día y se activan de noche para devorar humanos y convertirlos también en zombis.
En síntesis, los zombis son seres controlados por otros —personas o virus— que actúan de noche para causar muerte y destrucción.
Por otro lado, en el Perú, el término “generación” se usa para denominar a un grupo de personajes destacados en la literatura, las artes o las ciencias que, en un período determinado, han contribuido al desarrollo del país. La primera generación reconocida como tal es la del 900, integrada por figuras que destacaron a comienzos del siglo XX. Entre ellos están Manuel González Prada, José de la Riva-Agüero, Francisco García Calderón, Alejandro Deústua, entre otros.
Después vinieron las generaciones del 30, del 50 y del 60, donde descollaron Jorge Basadre, Julio C. Tello, Pedro Paulet, Hermilio Valdizán, Honorio Delgado, Víctor Delfín, Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique, Víctor Raúl Haya de la Torre, Javier Arias Stella, Enrique Paz Soldán, José Santos Chocano, Federico Villarreal, Carlos Monge, Santiago Antúnez de Mayolo, Felipe Pinglo Alva, Luis Alberto Sánchez, Eduardo Bello. Solo por mencionar a algunas de las mentes más lúcidas y brillantes que ha tenido —y tiene— el Perú.
En el 2020, hace apenas cinco años, apareció el término “generación del Bicentenario” para designar a un grupo de personas que salió a protestar contra el gobierno de Manuel Merino. Durante cinco días, principalmente por las noches, convirtieron el centro de Lima en un verdadero campo de batalla: las turbas avanzaban lanzando piedras y bombas molotov contra las fuerzas del orden, es decir, contra nuestra Policía Nacional. Como consecuencia, murieron dos personas y el gobierno de Merino cayó. Luego de eso, esta “digna” generación bicentenario desapareció.
Hace pocos días, con ocasión de las marchas por la ola de inseguridad que atraviesa nuestra patria —especialmente Lima—, este mismo grupo se reactivó bajo una nueva denominación: la “generación Z”. Tomaron como pretexto el sentimiento ciudadano contra la delincuencia y las extorsiones para reorientarlo hacia una nueva consigna: “Que se vaya Dina”.
Quienes pensaron que sacando a Dina saciarían el apetito zombi, se equivocaron. El nuevo presidente ya tenía mote: “violador” y “pajerín”, y por lo tanto debía irse también.
¿Es la misma gente que en 2020 provocó la caída de Merino la que hoy busca la salida de Jeri?
Sí. Con nuevos y viejos actores, pero con el mismo objetivo de quienes controlan a los violentos: destruir el sistema democrático representativo e instaurar una dictadura totalitaria con una nueva Constitución al estilo chavista.
¿Quiénes son?
La izquierda peruana marxista —una de las más primitivas y retrógradas de Latinoamérica— conformada por personajes como Verónica Mendoza, Vicente Alonca, López Chau, el golpista Pedro Castillo y sus secuaces, el Sutep, Cerrón y su banda, el Movadef y remanentes senderistas, los oportunistas como el golpista y nefasto Vizcarra y Marisol Perez Tello, entre otros; junto con los llamados “caviares”, un grupo de seudo intelectuales que se consideran progresistas y que intentan manipular desde las sombras a los marxistas, al Estado y a gobiernos débiles como el de PPK, para favorecer su propia agenda.
Aunque parezcan distintos, todos ellos convergen en momentos clave: “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. A esto se suma la prensa “progre”: La República, el semanario de Hildebrandt, Rosa María Palacios y otros de menor cuantía pero gran alarde frente a un micro o una cámara. Con el único afán de figurar, actúan como muñecos de ventrílocuo de los instigadores de la violencia, convirtiéndose en sus tontos útiles.
Lo que ocurrió en el centro de Lima el 15 de octubre de 2025, en horas de la noche, es una receta marxista conocida:
“La violencia es la partera de la historia.”
¿Qué sucedió?
En horas de la tarde marcharon jóvenes genuinamente convencidos de que las cosas tienen que cambiar y que deben manifestarse. Un ejercicio legítimo que aplaudo y estimulo.
Pero también estaban los azuzadores de segunda línea: políticos irrelevantes (congresistas y candidatos) en busca de votos, así como actores conocidos y desconocidos. Ellos fueron sembrando el germen de la violencia enfrentándose verbalmente, con gritos, arengas y hasta amenazas a la policía. Dejaron la cancha preparada para las turbas Z que saldrían después.
Cuando los jóvenes que se manifestaron pacíficamente se retiraron, y los azuzadores también, aparecieron los zombis, premunidos de cascos, escudos, palos, capuchas y máscaras. Se enfrentaron a la policía lanzando piedras, adoquines, bombas molotov, bombardas y pirotécnicos directamente contra los efectivos. Los hicieron retroceder, los golpearon, derribaron sus motos y las destrozaron. Las imágenes lo muestran con claridad.
Al filo de la medianoche, lo que se venía cocinando desde temprano dio los frutos que los grandes titiriteros buscaban. Un grupo de manifestantes detectó a unos policías de civil que indagaban para identificar a los vándalos y denunciarlos. Los persiguieron y los agredieron. Desgraciadamente, en su huida, los policías utilizaron sus armas de fuego y mataron a una persona. Un hecho absolutamente condenable, que logró lo que los verdaderos instigadores buscaban: un muerto que “legitimara” su accionar miserable y deslegitimara, según ellos, al gobierno de Jeri.
El saldo de esta funesta jornada: más de cien policías heridos —algunos de gravedad—, varios detenidos y un fallecido.
Veo y escucho con estupor que entre los políticos y personajes conocidos que participaron en la marcha, ninguno ha condenado de manera enfática y directa la violencia desatada contra la PNP por parte de los vándalos que salieron como zombis el jueves 15 por la noche a sembrar el caos y atacar vilmente a la policía.
¿Qué mensaje le dan a los jóvenes que protestaron legítima y pacíficamente en la tarde?
Que la violencia es el camino.
¿Qué se ha logrado con todo esto?
Absolutamente nada. La violencia no es la partera de la historia, como creía Marx. Ya lo demostraron Lenin, Stalin, Hitler, Mao, Pol Pot y Abimael Guzmán, entre miles más: la violencia solo es partera de la histeria, la muerte, la destrucción y el atraso. No podemos transitar por ese camino de sangre que solo nos hace retroceder como nación, llevándonos de regreso a las cavernas.
No existe ninguna generación del Bicentenario ni ninguna generación Z. Para serlo, las personas deben aportar de manera positiva y contundente al desarrollo del Perú. Y los vándalos que causaron muerte y destrucción en 2020 y ahora, no son más que zombis manejados como títeres por quienes quieren destruir la democracia en el Perú.
“La violencia como receta contra la violencia es un remedio que mata al paciente.”
Lima, 18 de octubre de 2025
Augusto Cáceres Viñas.
Fuente: CanalB
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