Por Víctor García Toma, expresidente del Tribunal Constitucional
Publicado en La Noticia
Teodoro Fernández Meyzan (Lolo) fue un futbolista que debuto en Universitario de Deportes en 1931 Y dejo las canchas en 1953; recibiendo en su despedida el frenético aplauso de admiración de hinchas y aficionados en general. Durante toda su impecable trayectoria se puso una sola camiseta.
Carlos Alejandro Villanueva Martínez (Manguera) practicó el mismo deporte. Se vistió el uniforme aliancista en 1929 y lo entrego a su reemplazante, tras su retiro en1943. Su compromiso con el club no tuvo paréntesis alguno.
Ni Lolo ni Manguera sucumbieron a la embriagante solicitud del cambio de equipo por el dinero.
Pablo de Tarso fariseo y perseguidor de los Nazarenos, en tránsito a la cuidad de Damasco fue derribado por una luz. Aturdido, escucho la voz del supremo que lo llevo a la conversión y al bautizo de la fe que antes ignaro perseguía.
Abrazado a los designios de su honesta conversión, escribió al final de sus días una carta en que decía: “he combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado la fe”.
Estos nombres me han ven ido a la mente tras presenciar el desfile de miles de peruanos que una vez más, ratificaron su lealtad al partido de Haya de la Torre. Puedo testimoniar de similares actos de consecuencia por parte de militantes populistas, pepecistas y comunistas. Y debo felicitar a quienes luchan por el Perú, convertidos en alabarderos de la democracia y la justicia, sin intereses de trastienda.
No es mi propósito aquí discutir ideológicamente, sino de resaltar la consecuencia con un compromiso libre y desinteresado con una causa.
Mas, sin embargo, lejos de los leales y los honestamente conversos, nos aprestamos al desfile de los transgéneros políticos, cuya auto percepción se reduce a mirarse en el espejo ajeno y transitar en la pasarela electoral, para saciar su hambre y sed de poder; la búsqueda del bienestar material a costa de los ciudadanos incautos.
Ya estiran el cuello, levantan la cabeza y extienden la mano en búsqueda del favor ciudadano, enfundándose cualquier camiseta, en el quiosco electoral del mengano de turno que alquila una postulación. Y por cierto levantando la bandera del transfuguismo.
Lejos del ejemplo de Lolo y Manguera; fuera de los linderos morales de la conversión de Saulo, los travestidos de la política aparecen en tropel en una embarcación de piratas, filibusteros y bucaneros.
Son los candidatos “a granel”; es decir los que en el mercado electoral se compran o venden sin empaquetadura o envase; los mismos que, en verdad resultan caros al erario y devienen en dañinos para los propósitos de la política y el servicio público. Estos personajes cuyo honor venden, terminan costándole al pueblo, un precio más caro de lo que en realidad valen.
En el escenario ciudadano que pisaron con dignidad Haya de la Torre, Belaunde, Bedoya o Barrantes, se hizo patente que el ejercicio de la política no solo era una cuestión de sabiduría, conocimientos, determinación o compromiso con las ideas que se postulan; sino además exigía una vocación de trabajo, honradez, consecuencia e inspiración de fe y confianza popular.
Los amigos de la curul, el emolumento y la parafernalia no pueden exhibir más atributo que el arribismo y el descaro.
Corresponde a la ciudadanía, la exigente tarea de impedir con su desprecio que una vez más, los hueleguisos del poder se sienten a paladear el festín del poder [o mejor dicho el botín propio de los émulos de Barbanegra y Judas Iscariote).
Fuente: CanalB
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