Por Carlos E. Gálvez Pinillos, publicado en Expreso
Bien decía la Dra. Martha Hildebrandt, “¿quién tiene la culpa de que tengamos gobernantes y congresistas ignorantes, corruptos y coimeros? Los partidos, porque ellos ponen el menú”.
Y, efectivamente, tenemos una masa de candidatos, a cada cual más impresentable. Obviamente, contando con algunas muy honrosas excepciones. No obstante, la casta política se ha vuelto una masa tan hedionda, que quienes tienen algo que perder, evitan acercarse e involucrarse. Hemos llegado al punto, que hasta existe en el sistema financiero, de seguros y en la superintendencia del mercado de valores, la clasificación de “PPE” o “Persona Políticamente Expuesta”. Lo que significa, que esas entidades deberán tener especial cuidado con esas personas y someterlas a “filtros” adicionales a los convencionales.
El historial de la gente que ha entrado en política, ha obligado a fijar reglas inimaginables para una persona de bien. Jurar como ministro, “prometiendo no cometer actos de corrupción”, es ofensivo. Aun así, esta “casta” se ha dado maña para “sacarle la vuelta al sistema” y delinquir.
Por su lado, con la excusa de “las puertas giratorias”, hay restricciones para que, ejecutivos del sector privado, se incorporen al sector público y si lo hicieran, al dejar el cargo público, no pueden retornar a su sector de origen por más de cinco años, como si se tratara del enemigo. ¿Existe el mismo celo y restricciones para los funcionarios de las ONGs? Esto hace imposible atraer profesionales de alta calidad y preparación al sector público para la realización de tareas de alta calificación y especialización.
Por su lado, la altísima rotación de ministros y viceministros, de la mano de “su personal de confianza”, hace imposible mantener ejecutivos muy calificados para el desarrollo de proyectos específicos. Lo dicho, también impide armar equipos multidisciplinarios de alta calidad, para desarrollar reformas estructurales y normatividad propia de actividades nuevas y en desarrollo. Menos, armar equipos de innovación.
El Perú necesita invertir y acelerar su crecimiento económico en un mundo muy competitivo. Ser más creativo e innovador. Para eso, debemos atraer gente joven, de alta calidad intelectual, capaz de enfrentar nuevos desafíos con éxito. Pero, la típica burocracia es la apegada al manual, la de la tarea repetitiva, la que, por reglas del sector público, “sólo debe hacer lo que está expresamente permitido”, a diferencia del sector privado, donde se puede hacer todo lo que no está expresamente prohibido.
Estos enfoques diferentes, demandan perfiles de personalidad y profesionales distintos. Por eso, tenemos la obligación y premura de cambiar radicalmente las reglas. Reemplazar la normatividad, eliminar procesos innecesarios, hacer más expeditiva la obtención de permisos y certificaciones. Esto sólo se logrará eliminando duplicidad de gestiones, reduciendo entidades intervinientes y pensando “fuera de la caja”.
Lamentablemente, gente gris y castrada por la normatividad, sólo ha incorporado a las filas de la burocracia estatal a gente de iguales características, con algunas excepciones. No podremos cambiar, mejorar y ser más competitivos, con gente sin iniciativa. Pero este cambio no se hace con ignorantes, corruptos y coimeros.
Tenemos que cambiar de gente y construir equipos creativos.
Fuente: CanalB
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