Opinión

Una generación que exige resultados; por Alfonso F. Velásquez

Publicado el 13 de octubre de 2025

Por Alfonso F. Velásquez, publicado en Expreso


La transición política reciente ha puesto en evidencia el surgimiento de una generación distinta. Los jóvenes que hoy marchan no repiten eslóganes ideológicos ni se pierden en debates estériles. Su presencia activa en la vida pública se centra en tres pilares claros: la defensa de la democracia, la lucha frontal contra la corrupción y la exigencia de oportunidades reales para construir un futuro distinto.


Es alentador constatar que, en sus activismos, ya no predominan las banderas partidarias, sino un espíritu renovador que interpela al Estado y a toda la sociedad. Esta generación no espera discursos: exige hechos.


Responder a este llamado implica más que cambios de autoridades. El país necesita una visión productiva sostenida, capaz de canalizar esta energía transformadora hacia la creación de empleo digno, la integración territorial y la apertura de nuevos mercados. No se trata de declaraciones, sino de decisiones firmes. El desarrollo no llega solo: se construye con liderazgo, articulación y trabajo constante.


Un ejemplo claro lo encontramos en la historia reciente del arándano. A inicios de la década pasada, pocos imaginaban que el Perú se convertiría en líder mundial de este cultivo. Pero cuando el sector público, la empresa privada y la innovación técnica caminaron en la misma dirección, el resultado fue contundente: en menos de diez años, el arándano transformó regiones, generó empleo formal, infraestructura y nuevas oportunidades para miles de familias. Es la mejor prueba de que cuando hay decisión, visión y continuidad, los sueños colectivos se convierten en realidades productivas.


Este modelo no es una excepción: es una ruta. El Perú cuenta con un abanico de productos emergentes capaces de repetir este éxito —desde el azaí en nuestra Amazonía hasta el pistacho en zonas áridas de la costa— si logramos impulsar políticas inteligentes, alianzas sólidas y mecanismos inclusivos que integren a pequeños productores y jóvenes emprendedores en una misma estrategia nacional.


La juventud peruana ha demostrado madurez política. Ahora corresponde al Estado y al sector privado demostrar madurez productiva: superar la fragmentación, pensar en grande y apostar por sectores que transformen territorios y eleven la calidad de vida.


La energía de esta generación no puede diluirse en la frustración; debe convertirse en motor de desarrollo. No se trata de esperar milagros ni de mirar atrás con nostalgia. Se trata de mirar al país con decisión, unir esfuerzos y demostrar que sí es posible construir un Perú que crezca con inclusión y sostenibilidad.


El arándano nos enseñó el camino. Ahora toca ampliarlo con visión de futuro.

 

 

 

Fuente: CanalB

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