Estados Unidos ha replanteado su política exterior para el año 2025 al reconocer que el océano Pacífico es el centro de gravedad de la competencia estratégica con China, según la National Security Strategy 2025. El documento afirma que el Indo-Pacífico constituye el principal escenario económico y geopolítico del siglo XXI y concentra los mayores riesgos y oportunidades para Washington.
En este marco, los objetivos centrales van desde mantener un Indo-Pacífico libre y abierto, impedir que China controle el Mar del Sur de China y fortalecer alianzas militares en Asia, hasta consolidar la segunda cadena de islas, considerada un cinturón de seguridad adicional si la primera línea defensiva se ve comprometida. En paralelo, Estados Unidos busca ganar la competencia económica y tecnológica mediante políticas de reindustrialización y nuevas reglas para limitar prácticas económicas chinas.
La estrategia también destaca que el Pacífico está estrechamente conectado con América Latina, no solo por rutas marítimas compartidas, sino porque gran parte del comercio sudamericano con Asia depende del Pacífico Sur. Washington observa con atención el desarrollo de puertos de aguas profundas, corredores bioceánicos y megaproyectos de infraestructura financiados por China en la región.
La política estadounidense sostiene que Beijing ha expandido su influencia en el hemisferio mediante el control de puertos, carreteras, telecomunicaciones y nodos logísticos, por lo que plantea impedir que potencias extrahemisféricas adquieran activos estratégicos en América Latina. El documento refuerza esta doctrina al advertir que la región es clave para garantizar cadenas de suministro resilientes, nearshoring y acceso a minerales críticos.
La Estrategia 2025 define además una política explícita para el hemisferio occidental dividida en dos líneas: ENLIST y EXPAND. La primera busca consolidar aliados en la región para controlar la migración, combatir carteles, estabilizar políticamente el continente y reducir la influencia de China, Rusia o Irán. La segunda se orienta a acercar a países que aún no son socios estratégicos, mediante financiamiento estadounidense, diplomacia comercial y acceso tecnológico, con el objetivo directo de desplazar proyectos chinos y limitar su presencia en infraestructura crítica. Washington señala que estos esfuerzos forman parte de su arquitectura defensiva para el Pacífico.
En este contexto, el Perú adquiere una relevancia singular. Su ubicación lo convierte en una puerta natural hacia el Asia-Pacífico, Oceanía y zonas que forman parte de la segunda cadena de islas estadounidense, mientras su red portuaria se ubica en el núcleo de los intereses operativos de la estrategia.
Si bien el documento no menciona directamente el puerto de Chancay, sostiene que Estados Unidos no permitirá que actores externos controlen activos estratégicos en el hemisferio, lo que incluye puertos, energía, telecomunicaciones y minerales críticos. El Perú encaja de manera directa en esta lógica, en tanto posee recursos estratégicos como el cobre y es un polo logístico relevante en Sudamérica.
Otro punto central para Washington es el control tecnológico y la competencia con empresas chinas como Huawei, cuyo avance en telecomunicaciones estadounidenses considera una amenaza a la seguridad nacional. En el ámbito comercial, Estados Unidos impulsa una diplomacia financiera y económica que premia a los países que fortalezcan su relación con Washington y reduzcan su dependencia de China. La estabilidad macroeconómica peruana —pese a la inestabilidad política— lo posiciona como un socio potencial en esta nueva arquitectura de alianzas y cadenas de valor.
La estrategia también subraya que el hemisferio occidental es indispensable para la reindustrialización estadounidense y para garantizar acceso seguro a minerales esenciales, entre ellos el cobre y el litio. Estados Unidos plantea desarrollar cadenas productivas hemisféricas integradas y menos dependientes de Asia, lo que podría reconfigurar sectores como minería, energía, manufactura y logística en países con costa en el Pacífico. El Perú, como uno de los principales productores mundiales de minerales estratégicos, encaja plenamente en esta visión.
En conjunto, la Estrategia 2025 refleja un cambio estructural: para Estados Unidos, el Indo-Pacífico y América Latina forman ahora un solo teatro geopolítico. El Pacífico Sur y Sudamérica han pasado a ser parte fundamental de la competencia global con China, y la costa peruana se ubica en un punto de intersección entre intereses económicos, logísticos y de seguridad. La política estadounidense indica que la región será objeto de un renovado protagonismo diplomático y económico por parte de Washington, que buscará asegurar su primacía y frenar la expansión china en un escenario que define como decisivo para el futuro del orden internacional.
Fuente: CanalB
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