Por Ricardo J. Sánchez y María Alejandra Gómez-Paz, publicado en PortEconomics
La falta de una infraestructura logística satisfactoria, junto con ciertas debilidades institucionales, la aparición de interrupciones en los servicios logísticos, y no menos importante, el surgimiento de deficiencias en la integración regional, pintan un panorama de atraso en aspectos clave de la región latinoamericana.
Sin embargo, existe un escenario de oportunidades a corto plazo para la promoción, el impulso y el sostenimiento de un proceso de transformación hacia nuevos corredores sostenibles y potentes. Tres condiciones son necesarias para alcanzar este objetivo: sostenibilidad, conectividad y resiliencia. Una matriz de criterios múltiples permitirá maximizar los escasos recursos de financiación y prepararse para los impactos del cambio climático, junto con otras dinámicas urgentes a escala regional.
La geografía, la configuración de la infraestructura y las inversiones, así como las regulaciones gubernamentales y las debilidades institucionales, constituyen las principales barreras para la integración territorial, tanto a nivel nacional como internacional. América Latina y el Caribe es un territorio vasto con una baja densidad de población absoluta, aunque alta en términos relativos debido a la alta concentración en grandes ciudades y la escasa ocupación territorial. En términos proporcionales, solo América del Sur es el doble de la superficie de Europa. Además de las grandes distancias geográficas que conectan los nodos económicamente activos, existen barreras geográficas como la cordillera de los Andes, vastas áreas de vida silvestre en la Amazonía o la Patagonia, así como grandes áreas marítimas entre las islas del Caribe.
Los servicios de transporte y las configuraciones de infraestructura están tradicionalmente más orientados a la explotación, extracción y exportación de recursos naturales que a la integración interna de regiones y países. Esto genera áreas remotas y extensas con baja actividad económica, lo que provoca una dependencia del transporte para las necesidades diarias (alimentos, salud y necesidades básicas).
En el caso de América del Sur, las conexiones de los nodos exportadores son centrípetas, básicamente conexiones de norte a sur. El corredor binacional de la Hidrovía Paraguay-Paraná ofrece un vínculo eficiente para el comercio agrícola, permitiendo la conexión entre el interior y los mercados asiáticos y otros mercados extranjeros. Las grandes vías navegables interiores y las conexiones de cabotaje marítimo caracterizan a Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Asimismo, Colombia es el único país sudamericano con acceso a dos océanos.
En el caso de América Central y México, los corredores regionales interiores son principalmente nacionales, ya que, excepto dos, el resto de los países son bi-oceánicos. En este caso, existe un antiguo y activo proyecto transnacional para mejorar las conexiones terrestres a lo largo de toda la región "Mesoamericana". México, por su parte, también está revitalizando el antiguo proyecto de unir el Pacífico con el Golfo mediante puertos en ambos lados, conectados por un ferrocarril moderno. Los ferrocarriles que conectan a México con Estados Unidos también han jugado un papel creciente en el transporte internacional terrestre, lo que representa un signo positivo en comparación con las escasas o nulas conexiones ferroviarias entre países que predominan en América Latina.
La falta de infraestructura en América Latina está determinada por la notoriamente baja inversión en infraestructura que proporciona conectividad física en relación con su producto interno bruto, al menos en los últimos 40 años.
En resumen, existe un cierto atraso relativo en el desarrollo de infraestructura económica, incluida la logística. Este atraso está relacionado con el lento desarrollo económico y social experimentado en toda la región.
No obstante, es importante destacar que dicho atraso (particularmente en lo que respecta a la infraestructura de conectividad) no es un obstáculo para la planificación de corredores verdes. De hecho, la conciencia de abordar los efectos del cambio climático y de cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible permite vincular ambos objetivos: tener corredores transversales más amplios y aplicar criterios de sostenibilidad más avanzados, lo que los convertiría en "verdes".
Las prácticas operativas y comerciales establecidas, lideradas por diversas visiones y regulaciones, han creado barreras adicionales para la integración territorial. Falta un diálogo adecuado, datos abiertos y una noción común de configuración territorial que permita optimizar los recursos existentes. Además, múltiples presiones corporativas (sindicatos, empresas, fuerzas sociales, etc.) de diferentes grados y orígenes limitan las posibilidades de una gestión más eficiente de la logística y la infraestructura. Sin embargo, en este tipo de cuestiones, el principal obstáculo radica en la falta de estadismo y visión que sufren algunos líderes políticos de la región.
En resumen, algunas características de la logística actual en América Latina son problemáticas para los propósitos de sostenibilidad. A continuación se destaca los principales obstáculos:
¿Corredores verdes en América Latina?
Durante los últimos 30 años, América Latina ha desarrollado proyectos bajo asociaciones público-privadas. Sin embargo, las debilidades institucionales y la inestabilidad política limitan su desempeño y expectativas.
El escenario anterior establece la "conectividad" como uno de los principales desafíos en la región para una integración territorial sostenida. La iniciativa IIRSA y sus sucesoras, desde principios del milenio, incluyeron varios corredores transversales sudamericanos. Se avanzó poco antes de que las iniciativas tomaran direcciones políticas diversas y sufrieran altibajos organizativos que dificultaron la finalización de los proyectos. De hecho, se lograron avances en la conexión del sur de Perú con el Atlántico, como el evento más notable, entre otros, pero hubo pocos o ningún progreso en otros corredores planificados. Actualmente, el caso más valioso es el corredor transversal que vincula el sur de Brasil, el centro de Paraguay, el norte de Argentina y Chile, que se está desarrollando a un ritmo aceptable.
Un corredor verde se define como un sistema de transporte interconectado por servicios e infraestructuras con un enfoque en la sostenibilidad, conectividad y resiliencia. Las herramientas disponibles para mejorar la logística, como la digitalización, las nuevas tecnologías de combustible y las infraestructuras bajo los criterios de "Trabajar con la Naturaleza", son parte de la transformación hacia corredores verdes. También es relevante pensar fuera de lo convencional y apoyar la integración de nuevos modos de transporte, como las aeronaves (vehículos híbridos o más ligeros que el aire, que ofrecen una solución de transporte para áreas aisladas, grandes y remotas). Actualmente, existe un proyecto de aeronaves en evaluación para el Amazonas.
Para América Latina, impulsar y delinear un corredor verde con sostenibilidad, conectividad y resiliencia es el próximo paso, pero principalmente, en un "proceso de transformación", la evaluación del sistema es clave. Kavita Sethi, en 2023, desarrolló una herramienta de evaluación integral utilizando indicadores clave de madurez que abordan los temas de sostenibilidad, conectividad y resiliencia. Esta herramienta se centra en identificar y evaluar los desafíos potenciales, soluciones e inversiones que apoyarían a la región del Caribe en el avance hacia su estatus de Puerto Azul dentro de la Economía Azul, con la posibilidad de replicarla en diferentes regiones.
Luego del paso de diseño, la transformación debe encontrar los medios para sostenerse. Se debe establecer una herramienta que integre y propicie el diálogo entre los actores de toma de decisiones, tanto privados como públicos, con mejoras continuas y adaptación en el contexto de un sector de transporte dinámico. Metodologías de aplicación como Lean mejorarían la "transformación hacia corredores verdes".
¿Podría la "transformación de corredores verdes" cumplir con la "lista de deseos" de los diferentes actores? El desafío sería alinear el desarrollo de los sistemas de transporte, enfocándose en una visión de integración que involucre a actores públicos y privados con perspectivas sociales, ambientales y económicas globales.
En las cadenas de suministro globales, el costo logístico es el elemento clave para los remitentes; está determinado por prácticas de comportamiento operativo y comercial, tanto privadas como públicas, no exclusivamente por los precios del petróleo. Lo que los transportistas más desean es sostener una cadena logística confiable que perdure a pesar de las dinámicas del sector transporte y los choques externos; mientras puedan maximizar la carga en ambas direcciones, tener un gran volumen de carga que demande el servicio de transporte, reducir la cantidad de accidentes y las interrupciones del sistema, y aprovechar las oportunidades de inversión en nuevas tecnologías.
Esta lista de deseos está alineada con la transformación hacia un corredor verde. Una de las preocupaciones es el precio de las nuevas alternativas, pero el precio es solo un elemento, y podría reducirse a la mitad si la carga se completa en ambos sentidos (equilibrios de flujos), el sistema se planifica con una plataforma logística que optimice el servicio, o el sistema puede adaptarse rápidamente gracias a la tecnología que reduce los impactos de las interrupciones. Por lo tanto, la nueva tecnología ofrece una oportunidad que, si va acompañada de criterios de sostenibilidad, conectividad y resiliencia, presentará una oportunidad para que los países con escasos recursos generen mejoras en los medios de vida.
Se han dado algunos pasos, siguiendo algunas iniciativas en curso que promueven una transformación hacia corredores verdes:
En resumen, podemos destacar algunas reflexiones sobre las ventajas y desventajas respecto al futuro de los corredores verdes en América Latina, con una visión sostenible, conectiva y resiliente.
La conectividad es uno de los principales desafíos en la región para una integración territorial sostenida. Otra restricción relevante es la falta de una infraestructura logística satisfactoria, junto con ciertas debilidades institucionales. Por ejemplo, la gobernanza actual carece de elementos que permitan diálogos entre los diferentes responsables de la toma de decisiones para alinear una configuración regional del territorio. En consecuencia, este escenario lleva a una menor atracción de financiamiento.
Sin embargo, esta región tiene una gran ventaja a considerar hacia el futuro: largas distancias y la disponibilidad de aguas costeras y puertos, así como la extensa red de ríos navegables de América del Sur.
Una larga línea costera también vincula a los países de América Central y México, lo que promueve su utilidad para el transporte marítimo de corta distancia, aunque algunos intentos realizados hasta la fecha no han sido del todo exitosos.
En cuanto al Caribe y su multitud de islas con menos conectividad, actualmente se están estudiando nuevas alternativas de transporte marítimo de corta distancia en forma de ferris multipropósito que requieren observación regulatoria y asociaciones público-privadas multinacionales para acumular economías de escala y alcance.
Las iniciativas de corredores verdes son otra gran ventaja potencial. Tienden a aumentar el rendimiento y la fiabilidad de las actuales cadenas logísticas de producción, caracterizadas por una concentración en nodos de producción y un desequilibrio en las matrices de origen-destino.
Además, se pone énfasis en proyectos asociados con el empleo de energías sostenibles, como el hidrógeno verde, que posiciona a América Latina entre las alternativas para localizar su producción y transporte, además de su uso como combustible. En este sentido, cabe destacar la mayor proporción que varios países de la región tienen en la generación de energía sostenible respecto al total de generación eléctrica.
La capacidad de producción agroalimentaria e industrial, que puede inclinarse más bruscamente hacia lo "verde", es de enorme interés en los mercados extranjeros, y es una fuerza impulsora en la logística hacia servicios cada vez más sostenibles.
La electrificación o el uso de tecnologías más verdes aún están en sus primeras etapas en América Latina, que está rezagada respecto a otras regiones del mundo. Sin embargo, la capacidad industrial para el ensamblaje y producción de vehículos en la región, junto con la presencia de grandes empresas internacionales que son factibles para asociarse con empresas latinoamericanas, opera en una dirección similar favorable a la anterior.
Los esfuerzos para mejorar la acción de la logística en términos de sostenibilidad, incluidos la creación de corredores "verdes" nacionales e internacionales, también requieren una reflexión importante: es un esfuerzo nacional, que solo puede perfeccionarse en coordinación y cooperación con otros países. Esto plantea la necesidad urgente de actualizar y mejorar las regulaciones (tanto nacionales como internacionales). Las medidas económicas, como las regulaciones técnicas y económicas (incluyendo instrumentos fiscales -como un impuesto al carbono y el diseño de incentivos), deben ir acompañadas de los esfuerzos de la industria y la ciencia para identificar tecnologías "limpias" que sean las más efectivas para lograr la descarbonización.
Además, los compromisos internacionales asumidos por los gobiernos de la región deben operar proactivamente hacia la sostenibilidad de la logística y los corredores "verdes". Este aspecto está principalmente relacionado con el cumplimiento de los ODS, pero se extiende significativamente también a los compromisos de descarbonización que la comunidad internacional está trazando actualmente. En este sentido, son especialmente relevantes los que discuten las metas de reducción en el transporte para 2030, así como la meta de cero emisiones para alrededor de 2050.
Al mismo tiempo, la electrificación de la flota de última milla es un objetivo que muchos países de la región pueden enfrentar con mayor comodidad.
Finalmente, la creación y mantenimiento de corredores verdes en América Latina implica un profundo cambio cultural, en la concepción de las políticas públicas y en la participación de las empresas, los trabajadores y la sociedad. Nos enfrentamos a un cambio profundo, en el que las formas tradicionales de hacer negocios en el sector logístico y de producción requieren enfoques innovadores en la formulación de políticas. Una vez más, se reafirma la necesidad de adoptar un enfoque integral para el diseño y ejecución de políticas, ya que la condición de sostenibilidad requiere reunir aspectos diferenciales como el uso del territorio, la logística, la energía y las comunicaciones.
Además, la profundidad del cambio tiene implicaciones financieras y fiscales, que usualmente no toman debida cuenta de los objetivos de sostenibilidad y las herramientas para la acción tienden a permanecer en esquemas antiguos. Sin embargo, el concepto de corredores verdes optimiza los recursos disponibles, en algunos casos logrando soluciones integrales con menores inversiones y mantenimiento a largo plazo.
La parte transfronteriza de los corredores requiere que los países asuman compromisos modernos sobre la aplicación de tecnología, la protección de datos (enfocándose en la ciberseguridad y la ciberinmunidad) y especialmente en la colaboración y cooperación entre agencias gubernamentales y entre países. La participación de la sociedad civil sería clave en este sentido, ya que los compromisos de sostenibilidad van más allá de los intereses tanto del sector logístico como de la generación presente.
Fuente: CanalB
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