Por Augusto Cáceres Viñas
Roma no se hizo en un día, ni desapareció en dos. La civilización Romana fue, sin duda, la más descollante de la historia de la humanidad, que brilló con luz propia por más de 1,200 años (753 AC al 476 DC) en los cuales pasó de una monarquía primero, a una República después, para culminar en un imperio. Su desaparición marca el final de la Edad Antigua y el comienzo de la Edad Media.
Durante casi 250 años, en sus inicios, fue una monarquía (753-509 AC) luego una República casi 500 años (509-27 AC) y finalmente un imperio durante sus últimos 500 años ( 27 AC- 476 DC).
En Roma se conocieron todas las virtudes de la política y la sociedad humana, junto con sus vicios y degradaciones, que trascendieron a su época. Ahí encontramos a los más importantes monarcas, emperadores, senadores y cónsules republicanos, junto con los dictadores y tiranos más perversos y decadentes, los traidores más emblemáticos y los militares y conquistadores más reconocidos y famosos.
Roma dio a luz, en ese portentoso milenio, a grandes arquitectos, ingenieros, médicos y juristas y un sin número de urbanistas, literatos, poetas, historiadores, escultores, artistas y músicos. Estrategas militares por excelencia, incansables exploradores y curiosos como muy pocos.
Lo bueno, lo malo y lo feo de la humanidad se resume en esos más de mil años de la civilización Romana.
Ellos nos han legado, para que los recordemos, reconozcamos y disfrutemos, esplendorosos monumentos de su majestuosidad y documentos de su sapiencia, y también para que tengamos cuidado, gracias a su herencia plasmada en escritos, de sus desaciertos, errores, vicios y perversidades.
¿Y después de Roma qué?
En lo que hoy es el territorio de nuestro amado Perú, en el año 1,300 DC, unos 800 años luego de la caída de Roma, surge en el imperio más formidable de toda la America precolombina, que inició su expansión en año 1450 hasta el 1532, (82 años) fecha de la llegada y conquista española, qué marca el inicio de su desaparición, 35 años después.
En un corto periodo de tiempo (80 años) los Incas lograron un formidable desarrollo cultural, tecnológico y de expansión imperial sin precedentes en el continente americano de su época. Sin embargo, lo formidable de la extraordinaria acción Inca fue la conquista de la geografía y la naturaleza del territorio donde se desarrolló, ahí están, hoy, como monumentos de su sapiencia; caminos, acueductos, andenes, ciudades, fortalezas y un increíble sistema de solidaridad social, en uno de los territorios más complicados y duros del mundo, por encima de los 3 mil metros de altura.
En poco más de 230 años de vigencia, el imperio de los Incas tuvo un desarrollo portentoso y notable que quedó sellado en Piedra en el maravilloso Machu Pichu y especialmente en la organización social del Incario.
¿Qué pasó después?
Los últimos 500 años de nuestra existencia como cultura y civilización peruana no es que sean irrelevantes, muy por el contrario, todo el proceso de imbricación racial y étnica en ese periodo han construido un nuevo hombre en el Perú; ni Inca, ni Español, ni asiático, ni africano, ese hombre de hoy, no representa la suma, sino la exponenciación de todos sus originarios componentes, en síntesis somos más que la suma de todos ellos, y ese es el hombre peruano y su cultura es la peruanidad.
Esa peruanidad que logró conquistar hombres y voluntades, que se sobrepuso a la adversidad, que doblegó un destino trágico y lo convirtió en uno de increíbles posibilidades. Eso es lo que somos los peruanos, y más.
El habernos congregado, en un inicio, en los ardientes desiertos y subyugantes manglares de la costa, junto con sus socorridos valles, nos llevó, luego, a convertirnos, los peruanos, en conquistadores de las alturas y de sus imponentes nevados, constructores de una especial fertilidad de la tierra, en los asombrosos andenes e imbricados valles serranos y, ha ser perennes y respetuosos curacas de nuestra pachamama y de la majestuosidad de nuestras cordilleras y, después, en el extenso y exuberante oriente a ser; explorador, descubridor y místico navegante de los serpenteantes ríos amazónicos, de sus riquezas, y de los desafíos de su extraordinaria flora y fauna, que lo amalgaman y mimetizan con su entorno.
La peruanidad se ha construido en estos últimos quinientos años en una continua e inacabada simbiosis de lo original con lo nuevo, de lo nativo con lo extranjero, de la costeño, con la Serrano y amazónico, de la arena que baña nuestras costas, con los imponentes picos nevados que cubren nuestros andes, aunado al húmedo verdor de nuestra desafiante selva. La peruanidad se ha configurado en siglos de interminable peregrinaje de nuestros pueblos dentro de nuestro territorio, y durante centurias, ello, ha determinado nuestro indeclinable afán por encontrar nuestro destino, viajando, sin cesar; desde las mesetas del Titicaca a los manglares tumbesinos, y desde el eterno cielo azul characato, al gris limeño, labrando ese destino con la fortaleza y el ejemplo tacneño y con el perenne tesón de los curtidos conquistadores de las riberas de nuestros ríos; el Amazonas, Tigris, Pastaza, Putumayo y muchos más. Somos un bendecido pueblo, poseedor de una inmensa riqueza marina, la de nuestro mar de Grau, y de los más importantes y codiciados minerales, como; molibdeno, zinc y por supuesto , del oro y la Plata que laten, casi inexpugnables, en las entrañas de nuestras decenas de cordilleras que surcan el ubérrimo territorio patrio de norte a sur, de este a oeste y más.
La peruanidad se nutre de los mil y un vestidos y trajes multicolores, de nuestras hermosas danzas y canciones, de sus sentidos y sensaciones, de sus fiestas patronales, su gastronomía exótica y deliciosa. La peruanidad es, también nuestra peculiar manera de ser; conservadores en mucho y liberales en otro tanto, multifacéticos, y mil oficios, desconfiados, pero no tanto, lo suficiente quizá, melancólicos y alegres, soñadores pero realistas, conocedores de tanto e ignorantes de mucho, emprendedores y resistentes, cariñosos, pero con respeto. Altos y bajos, negros, blancos, mestizos, ponjas y zambos, y de todos los colores y matices que no nos distancian sino que nos distinguen, acercan y conjugan.
Ese es nuestra fortaleza y no debilidad, la capacidad para ser todos y uno a la vez, del esplendor de nuestro origen y de la majestuosidad de nuestra fabulosa mezcla. Esa es nuestra identidad y riqueza, tan poderosa y pétrea como la Saywite, Sacsayhuaman y Choquequirao.
¿Que nos falta entonces?
Entender que estamos a la mitad del camino del tiempo de nuestra civilización peruana. Aún tenemos 750 años más que construir cómo lo hicieron los romanos.
Hoy es el tiempo del Imperio Peruano, que deviene como la continuidad y consumación de nuestro desarrollo que nos señala la peruanidad.
¿Que debemos hacer?
La construcción del imperio peruano requiere dejar de lado a todos los agoreros de la división, el enfrentamiento y la confrontación, debemos exponer y difundir nuestra mágica identidad nacional, luchando con y por ella, desterrando a los odiadores e interesados destructores que pretender ser multirraciales, plurinacionales y que predican nuestra diversidad solo para generar encono y más división.
Debemos terminar con la discriminación existente en base a reconocernos como parte y componente de un solo grupo humano, de una sola nacionalidad que lucha por objetivos comunes.
Tarea difícil, claro, complicada, sin ninguna duda, pero esa es la dirección y el camino hacia el desarrollo. El único camino diría yo.
Otros pueblos y naciones lo han hecho antes y hoy tienen progreso y prosperidad.
Iniciémoslo, difundiendo las bondades de que, solo el trabajo en conjunto nos hará superar el marasmo y la confusión que experimentamos hoy dentro de nuestra patria los herederos de los carales, waris, chancas incas, asahaninkas, awajun, españoles, africanos, asiáticos, entre otros, entendiendo que conformamos la más extraordinaria nacionalidad y poderosa raza; la peruana.
Y preparémonos para construir, juntos, los próximos siete sorprendentes siglos del imperio de la peruanidad.
Lima 20 de febrero del 2023
Augusto Cáceres Viñas
Fuente: CanalB
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