Varios países de Europa ya viven una realidad más parecida a como la conocían antes de la llegada del COVID-19: ya no es necesario el uso de mascarilla y los aforos ya no tienen que reducirse para mantener distanciadas a las personas.

Una de las principales razones es que los efectos de la variante ómicron han sido mucho más leves que los ocasionados por las variantes anteriores, y también la población cuenta con unas altas tasas de vacunación, con alrededor de dos tercios del total.

En Dinamarca ya no es obligatorio el uso de mascarillas en el transporte público ni en tiendas ni en restaurantes, en Francia ya no se limitará el aforo en estadios ni locales deportivos, y el teletrabajo ya no será obligatorio para los trabajos en los que es posible.

En países como Inglaterra ya son cada vez menos necesarios los carnés de vacunación, y en Países Bajos ya atienden sin restricciones ni aforo reducido a pesar de que los contagios aumentan.