Por J. Eduardo Ponce Vivanco, publicado en el boletín electrónico Panorama Mundial
Al emanciparse el 6 de agosto de 1825, Bolivia se constituyó como Estado del Alto Perú. El Mariscal Sucre llegó como delegado de Bolívar y se convirtió en su primer presidente. Cuando surgió como nación independiente tuvo que resolver la encrucijada fundacional originada en el largo período en que su territorio fue parte de la antigua Audiencia de Charcas, cuya sede alternaba su dependencia entre las jurisdicciones del Virreinato del Perú y la del Virreinato de Buenos Aires. De ahí que sus posibilidades fueran unirse a la Argentina, al Perú u optar por la independencia que el Libertador alentó a través de Sucre, personificación de la influencia de la Gran Colombia en la naciente república.
El mismo año de su emancipación, Brasil amenazó con arrebatarle la provincia de Chiquitos y tres años después el Mariscal Agustín Gamarra invadió su territorio para poner fin a la presencia grancolombiana en La Paz y lograr la renuncia de Sucre a la Presidencia de la República, que ejercía por delegación de Bolívar.
Luego de nueve años, de 1837 a 1839, la Confederación Perú-boliviana, presidida por el paceño Andrés de Santa Cruz, sostuvo tres años de guerra con Argentina (1837-1839) y consiguió la anexión de Tarija, Salta y Jujuy (que al disolverse la Confederación se devolvieron a Buenos Aires). Por la gravitación geopolítica de la Confederación y con el estímulo de varios políticos peruanos exiliados en Santiago, Chile emprendió una victoriosa campaña militar para terminar con ese breve ensayo
confederativo.
Después de esta turbulencia adolescente, la diplomacia peruana propició lo que resultó ser el error más grave de nuestra historia cuando el Canciller José de la Riva Agüero gestó y firmó el Tratado Secreto de Alianza Defensiva con Bolivia (1873).
Este peculiar acuerdo del que Chile se enteró por el Brasil deterioró gravemente la relación bilateral y provocó la desastrosa Guerra del Pacífico, cuyas terribles consecuencias pesaron por décadas sobre los peruanos.
La costa boliviana en el Pacífico era rica en salitre, guano y pesca, sin contar con los yacimientos de cobre que mucho después se descubrieron. También tenía acceso a los puertos de Antofagasta, Iquique y Arica. Pero el descuido, la mala administración y las cargas fiscales que impuso a los chilenos que trabajaban en esos territorios provocaron el fuerte resentimiento y, a la postre, la Guerra del Pacífico. El Perú ofreció su mediación para evitar el inminente enfrentamiento chileno-boliviano, pero en vez de acoger la propuesta el gobierno de La Paz invocó el Tratado Secreto de Alianza Defensiva y nuestra diplomacia no fue capaz de frenar la guerra tripartita provocada por la insensatez altiplánica.
Las acciones bélicas se iniciaron en 1880 con la batalla del Alto de la Alianza (en Tacna) de la que, sorprendentemente, se retiraron las tropas de Bolivia por la cobarde decisión de quien comandaba las tropas: el propio presidente y General Narciso Campero, que no hizo frente a Chile y nos dejó solos para asumir la defensa de su país. Por desgracia, lejos de aprender esa dolorosa lección el Perú enfrentó esa funesta guerra provocada por los irresponsables gobernantes de La Paz.
La nación boliviana es endémicamente problemática por los factores étnicos, históricos, políticos y económicos que alimentan su idiosincrasia. Pero más allá de ellos, los elementos más notorios de la relación bilateral derivan de las causas que determinaron su condición mediterránea y las consecuencias político-económicas de la necesidad de transportar su comercio exterior atravesando el territorio de los Estados vecinos con costas en el Pacífico o el Atlántico. En el caso del Perú por los puertos de Matarani e Ilo, y en el de Chile por Arica, Antofagasta e Iquique (en todos ellos Bolivia cuenta con potestad aduanera). En el Atlántico, Bolivia utiliza los puertos argentinos de San Nicolás y San Lorenzo, o los puertos de Brasil y Uruguay a los que se conecta a través del mayor emprendimiento en la Cuenca del Plata que es la hidrovía Paraguay-Paraná, u otras vías de comunicación terrestre.
Además del Vaticano, son doce los Estados europeos sin litoral, algunos tan prósperos como Suiza, Austria y Hungría, sin que ninguno de ellos se victimice por esa condición geográfica. Es notorio el contraste con Bolivia, a pesar de las importantes facilidades con que cuenta en las vías que la conectan a los dos océanos. A título de buen vecino, el Perú le ha otorgado graciosamente la concesión por 50 años de una zona franca industrial y comercial, y el usufructo por 100 años de una zona franca turística de cinco kilómetros en la costa de Ilo, que los bolivianos ni siquiera han visitado y donde su gobierno no ha hecho inversión alguna. Cuenta además con un régimen especial en el puerto Matarani, por el que transita la mayor parte de su carga a través de territorio peruano, a lo que se suman las amplias facilidades de las que su transporte disfruta por las carreteras y ferrovías de todo el sur del país.
En la reciente visita del presidente Lula a La Paz se ha suscrito una Declaración Conjunta en la que se destaca el inmenso y faraónico proyecto del Corredor Ferroviario Bioceánico de Integración que facilitará la logística del comercio exterior de ambos países. Se olvida que a la interconexión ferroviaria entre Matarani y Puno solo le faltan 226 km para llegar hasta la ciudad fronteriza de Desaguadero, donde empalmaría con la red ferroviaria de Bolivia. Sus ventajas económicas son evidentes porque permitiría conectar fácilmente a Matarani con el puerto de Chancay por medio de una línea regular de cabotaje.
Es oportuno recordar que cuando el expresidente Evo Morales visitó oficialmente China el 29 de diciembre de 2013, el Presidente Xi Jinping le solicitó formalmente presentarle el estudio de prefactibilidad para la construcción, del tramo en el país, del tren interoceánico que se prevé irá de Puerto Suarez (Santa Cruz) hasta Ilo (Perú).
Conviene tener presente que los departamentos de Madre de Dios, Puno y Tacna colindan con Bolivia, y que el ámbito geográfico de nuestra vecindad es el principal escenario del contrabando del oro ilegal peruano que proviene de los deforestados terrenos aledaños a la Carretera Transoceánica y de la minería ilegal de Puno. El Instituto Peruano de Economía dice que Perú es el epicentro de la minería ilegal de oro en Sudamérica. Exporta el 44/100, equivalente a 77 toneladas, que valían 4,833 millones de dólares en 2023. Casi el 30/100 de su producción sale de contrabando a Bolivia, que la hace aparecer como parte de sus propias exportaciones. El contrabando bilateral es más activo por doce puntos detectados en la frontera por donde no solo se exporta oro ilegal, sino que se trafica el mercurio para refinarlo, además de la ropa y artículos domésticos que pululan en los mercadillos de Lima y provincias.
La actual encrucijada de Bolivia
Las próximas elecciones en agosto de 2025 agudizan la guerra fratricida por el predominio en el Movimiento al Socialismo (MAS) que libran el presidente Arce como candidato a la reelección y el beligerante Evo Morales, quien cuestiona la autoridad del Tribunal Constitucional que, a solicitud de la Corte Interamericana de DD.HH., suspendió la reelección indefinida en Bolivia. Con el absurdo argumento de que ésta es un derecho humano, el inhabilitando Evo, que rechaza el pronunciamiento de la Corte y del Tribunal Constitucional, ha lanzado escandalosamente su candidatura, reforzando su rebeldía con bloqueos de carreteras y paros de su sindicalismo cocalero. Arce lo acusa de promover un boicot económico contra el país.
A este enfrentamiento político se suma una aguda escasez de dólares y del combustible que el gobierno subsidia a un costo de $ 2,000 millones anuales. La empresa estatal que administra el gas no ha hecho inversiones en sus dilapidados yacimientos. La agencia Fitch ha reclasificado los bonos de la deuda boliviana al nivel de basura.
Con la aprobación parlamentaria del Protocolo de Adhesión de Bolivia al MERCOSUR, el presidente Lula ha aprovechado para hacer una visita oficial en la que ha propuesto la incorporación de ese país a los BRICS. Y seguramente ha intentado reconciliar a Evo con Arce para superar el conflicto que divide al MAS y, asegurar el espacio de su compañero socialista en ALBA, el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.
Es posible que este sombrío panorama dominado por la izquierda andina se disipe por la candidatura del empresario cruceño Branko Marinovic. Es un líder de la derecha económica y conservadora de Santa Cruz y de la llamada media luna del Oriente que son las más pobladas y ricas de Bolivia. Surge beligerantemente, diciéndole a Evo “Usted representa la coca y yo la soya, deje de lloriquear, lo espero en las urnas”. Como Luis Fernando Camacho, ha sido presidente del Comité Cívico de Santa Cruz y fue Ministro de Economía de la presidente Jeanine Añez. Ambos fueron perseguidos y encarcelados por los gobiernos del MAS. Marinovic ha ofrecido la liberación de todos los presos políticos, estabilidad y crecimiento económico. A su presencia en la lid electoral se sumaría la candidatura del prestigioso intelectual centrista Carlos Mesa, quien ya ha tenido la dura experiencia de la Presidencia de la República en un período convulso.
A un año de las próximas elecciones, el recrudecimiento de las tensiones políticas en Bolivia es motivo de profunda preocupación. No obstante, las nuevas candidaturas a la Presidencia ofrecen la posibilidad de que los electores voten por opciones que los liberarían del socialismo y el populismo indigenista que los gobiernan por más de dos décadas.
Ponce Vivanco, J.E. (2024, junio-julio). Bolivia, un país endémicamente problemático. Boletín virtual Panorama Mundial. Instituto de Estudios Internacionales (IDEI) de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
https://idei.pucp.edu.pe/panorama-mundial/
Fuente: CanalB
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