Opinión

Ojalá esta vez la derecha no se equivoque; por Gabriel Daly

Publicado el 23 de junio de 2025

Por Gabriel Daly, gerente general de la Confiep
Publicado en El Comercio


“¿Por qué la derecha cae una y otra vez en la trampa de la izquierda progresista?”

 

En el Perú, la izquierda ha promovido modelos de desarrollo anacrónicos que, lejos de generar bienestar, han contribuido al estancamiento de amplios sectores de la población. Más preocupante aún es que, en repetidas ocasiones, ha sido la propia derecha la que ha facilitado que estas iniciativas prosperen.

 

Un caso elocuente fue la campaña de Susana Villarán a la alcaldía de Lima. Mientras la ciudad enfrentaba una ola de delincuencia y un caos vehicular desbordado, ella proponía huertos urbanos como solución a la desnutrición. Sus principales proyectos viales terminaron convertidos en moneda de cambio con las constructoras Odebrecht y OAS para financiar una millonaria campaña que evitara su revocatoria en el 2013. Lo más grave es que esa agenda fue respaldada por partidos como el PPC, APP y Acción Popular, además de figuras que se autodefinen como defensoras de la libertad económica.

 

Por su parte, Pedro Pablo Kuczynski cometió un grave error al nombrar en el 2016 como ministro de Cultura a Salvador del Solar, quien no solo impulsó medidas que beneficiaban a la industria cinematográfica, sino que, tras el indulto a Alberto Fujimori, renunció al Gabinete para, pocos meses después, aceptar ser primer ministro de Martín Vizcarra, el mismo vicepresidente que había traicionado al presidente que lo llevó al poder. Desde ese cargo, Del Solar lideró el cierre del Congreso: una maniobra polémica que, sin embargo, le granjeó el aplauso de amplios sectores de la opinión pública.

 

Los desatinos no han sido exclusivos de la clase política. Algunos empresarios también han contribuido a alimentar las filas del sector caviar. Esto se evidenció en la férrea defensa de Martín Vizcarra tras su vacancia, pese a las claras denuncias de corrupción durante su gestión como gobernador de Moquegua. Resulta aún más desconcertante si se considera que, durante su deplorable manejo de la pandemia, Vizcarra se negó rotundamente a colaborar con el sector privado.

 

Parte de la prensa también jugó un papel cuestionable. El caso del audio de la periodista Patricia del Río –“he conversado con el fiscal [Rafael] Vela durante todo este tiempo”– expone una cercanía poco saludable entre ciertos sectores del periodismo y el Ministerio Público. Esta complicidad pudo haber comprometido la objetividad informativa, especialmente si se tienen en cuenta los magros resultados de la fiscalía, sus excesos y atropellos cometidos contra empresarios como Ricardo Briceño. Ante este panorama, cabe preguntarse: ¿por qué la derecha cae una y otra vez en la trampa de la izquierda progresista?

 

En parte, la respuesta radica en que ciertos sectores de la élite de derecha tienen un escaso vínculo con la realidad del país. Pretenden entender el Perú a través de figuras que se mueven entre cocteles y eventos financiados por la cooperación internacional. Lo preocupante es que estos intermediarios tampoco conocen el país profundo y, cuando intentan interpretarlo, lo hacen mal. Prueba de ello fueron las elecciones del 2021: mientras la izquierda apostaba por una agenda progresista, Pedro Castillo –un declarado anticaviar– obtuvo una votación abrumadora en distritos rurales e indígenas. Esto puso en evidencia el profundo divorcio entre la élite urbana y el Perú real.

 

Por eso, la derecha –y el empresariado– debe retomar con decisión el liderazgo que ha cedido. Debe reconocer que el Perú es un país de emprendedores que anhela acceso a servicios básicos, que aspira a la propiedad y sueña con ver a sus hijos en la universidad. También le corresponde recuperar los espacios de debate político que ha abandonado y asumir un rol activo en la construcción del relato histórico del país. Es imperativo que vuelva a enfocarse en lo esencial: generar bienestar para la mayoría de peruanos.

 

Las consecuencias de haber coqueteado con la izquierda caviar ya pasaron factura. Tras la persecución contra empresarios como Ricardo Briceño, muchas empresas formales temen hoy financiar campañas, y ese vacío ha sido ocupado por economías ilegales. Al mismo tiempo, proliferan iniciativas privadas que duplican esfuerzos, dispersan recursos y terminan neutralizándose entre sí.

 

Algunos dirán que actuaron de buena fe; otros, que errar es humano. Pero esta vez, el país no puede permitirse otro tropiezo. Antes de hablar, piénselo bien. Y si piensa, no calle.

 

 

 

 

Fuente: CanalB

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