Por Juan Carlos Llosa Pazos, contralmirante (r), director general del Centro de Estudios Geopolíticos y de Seguridad Nacional (CEGESEN)
Publicado en Expreso
En reciente reunión, el presidente de los EEUU Donald Trump y su secretario de Guerra, Peter Brian Hegseth, les comunicaron los lineamientos políticos para la conducción de sus FFAA al cuerpo de generales y almirantes del Army, Navy, Air Force y Marine Corps.
Disciplinadamente, las autoridades militares acudieron a la cita en la base de Quántico, Virginia y firmaron su asistencia que tuvo carácter obligatorio. Más allá de lo inusual de la convocatoria -la que algunos expertos en geopolítica califican de revolucionaria- el gobierno norteamericano le manifestó a generales y almirantes que, en su percepción, las cosas no andaban muy bien en fuertes, bases, escuela de formación y buques.
Puede que muchos estén de acuerdo o no con lo dicho, tanto en el ámbito político como en el militar norteamericanos, pero la convocatoria está dentro de las facultades de Trump, en su calidad de Comandante Supremo y es su total responsabilidad lo ahí tratado, así sólo hubiese estado presente Hegseth.
Luego de esa reunión a nadie se le ha ocurrido hablar de actas de sujeción ni hacer afrentas parecidas contra sus FFAA, como aquí aullaron con infamia en su momento, las recién nacidas izquierdas liberal y cosmopolitas peruanas y sus tontos útiles, mientras el resto callaba en cien idiomas, cuando poco tiempo antes las aplaudían por haber vencido al terrorismo.
Es muy conocido por quienes vestimos uniforme, cuanto la llamada cultura woke, novedoso apéndice del marxismo gramsciano, ha penetrado en las FFAA de países como EEUU, Canadá, Europa occidental y en algunas de Latinoamérica. Por ello ha hecho bien el presidente Trump en llamar la atención e incluso pasar al retiro a aquellos altos mandos, que, por congraciarse con el poder político zurdo, o simplemente “por dejar hacer, dejar pasar” estas corrientes disociadoras, han permitido no pocas prácticas que atentan contra la esencia de la disciplina militar y la meritocracia.
Los resultados a largo plazo de la reunión de Cuántico están por verse, pero no cabe duda que vendrán más cambios de los que ya se vienen dando -para bien de sus FFAA- desde que el mandatario derechista conservador asumió la presidencia de EE.UU.
El mensaje republicano en Cuántico es una campanada para nuestro país, considerando las más de dos décadas de influencia nefasta en el Ministerio de Defensa de ONGs como el IDL, principalmente durante el segundo gobierno de Alan García, lo que muchos pasan por alto adrede. En ese último periodo abundaron las doctrinas, eventos y publicaciones conteniendo discusiones bizantinas, además de incluirse asignaturas en la educación militar que ningún efecto práctico tienen para las tres profesiones militares, más bien sí, se distrajeron esfuerzos inútilmente contribuyendo a la degradación del poder militar.
Si bien es cierto aún no se ha llegado al frenesí woke en nuestras FFAA, en los últimos tiempos se han dado algunos amagos en esa dirección. Pero es en el régimen disciplinario, donde se halla el centro de gravedad del problema que afecta hoy por hoy la institucionalidad militar, tema al que ya me he referido antes en esta columna.
Es responsabilidad del Ministerio de Defensa encarar de una vez por todas y de manera decidida este asunto, antes de que no haya vuelta atrás, lo que muchos en filas no quieren ver, o se hacen los desentendidos. Se trata de pantalones, ni más ni menos.
Se requiere tomar medidas urgentes, como el reemplazo de la ley del régimen disciplinario de las FFAA, que ha permitido, en mi opinión, que se afecte el espíritu del artículo 168 de la Constitución que señala que “Las leyes y los reglamentos respectivos (…) norman la disciplina de las Fuerzas Armadas”, al dar lugar a la peligrosa intromisión de la administración de justicia civil hasta en procesos disciplinarios básicos -las IIAA tienen la información precisa- así como el del Artículo 173 al reducir a su mínima expresión el Fuero Privativo Militar.
En efecto, bajo la influencia de la zurda oenegera, legisladores secundados por el Ministerio de Defensa, han dado normas tergiversando el mandato constitucional respecto a las FFAA, yendo en contra de la razón de ser del poder militar, es decir de su preparación para la guerra, cuya necesidad ha sido sostenida por filosofías y pensamientos geopolíticos tanto en el Ejército con el binomio “seguridad-desarrollo” del CAEM en los años 50, en la Armada con los “interese marítimos” a fines de los 60, y finalmente la Fuerza Aérea con los “intereses aeroespaciales”.
De esta influencia devine el nulo interés del establishment político -me excuso por el eufemismo- por las capacidades operacionales derivadas del entrenamiento y del alistamiento del personal y material. No tienen idea. Es tiempo que nuestras voces se hagan escuchar para corregir lo descrito líneas arriba, lo que solo favorece a los enemigos del Perú, externos e internos, que los tiene y muchos. Vamos a eso.
Fuente: CanalB
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