Por Mariella Balbi, publicado en Expreso
Resulta que la sentencia contra Pedro Castillo por haber pretendido dar un golpe de estado, puede convertirse en humo. Ha sido condenado a 11 años, 5 meses, 15 días de prisión por conspiración para la rebelión, inhabilitado por dos años, imponiéndole una reparación civil de 12 millones de soles (solidaria). La sala penal consideró que no había rebelión porque el golpe no se concretó. Castillo está preso hace dos años, que se restarán de su condena. “Considerando en frío, imparcialmente” que el golpe de Estado es el delito más grave para una democracia, el manierismo de esta condena es inaceptable. Sostener que no se puede tipificar como rebelión el alzamiento de Castillo, pese a que la Constitución lo proscribe, es como debatir sobre el sexo de los ángeles. Como no se concretó la disolución del Congreso, el delincuente Castillo tiene el beneficio de la ley. Exitosa o no, la rebelión del profesor del “pollo está vivo o está muerto” (Castillo), es un golpe maligno y mortal contra la democracia. Merece inhabilitación de por vida y hasta la cadena perpetua, no de dos años como se estableció. Somos demasiado tolerantes frente a la repudiable pretensión del exmandatario.
Emulando a los expresidentes Alberto Fujimori y Martín Vizcarra, Castillo lanzó una proclama sumamente clara por televisión nacional donde cerraba el Congreso. No dijo que lo iba a hacer, era una decisión tomada. No solo lanzó argumentos deleznables utilizados hasta hoy: el racismo y otras falsedades, sino que buscaba protegerse de la vacancia. Castillo es un golpista convicto y confeso que planeó el delito con minuciosidad. No fue un ‘impromptu’ y ese día se le ocurrió tomar el poder. No, él quería el control de Congreso y no rendir cuentas a nadie. Su mensaje fue claro: librarse de la prensa y del Parlamento, llamar a una Asamblea Constituyente para elaborar una nueva constitución. La propuesta del senderismo. Pretendió imponer un toque de queda y reformar todos los poderes del Estado. Qué más prueba de su rebelión que su discurso a la Nación. Que no le haya funcionado porque Castillo es torpe y brutón es otra cosa. Igualmente, sus aliados en esto, Betssy Chávez (expremier) y Aníbal Torres (asesor) son personas limitadas intelectualmente. Cuando se asalta un banco y los facinerosos son capturados reciben la máxima pena. Además, Castillo fue vacado por el Congreso y el Tribunal Constitucional declaró que la rebelión del expresidente era una violación de la Constitución.
Los legos afirman que al ser el tipo penal conspiración, se aplica el famoso dos por uno. Trabajando se le reduciría la pena a Pedro Castillo. Saldría libre en poco tiempo, además ya cumplió dos años de condena. No sería sancionado cabalmente por el golpe de Estado que dio y que no le ligó. Alberto Fujimori, fue el primero que cerró el Congreso sin consecuencias legales. La población y las Fuerzas Armadas, lo apoyaron. Luego vino Martín Vizcarra, se amparó en un término psicotrópico, creado para la ocasión: denegación de la confianza fáctica. No lo sancionaron por el golpe de Estado, tampoco las FF.AA. De Ripley. Algunos proponen hacer nuevas precisiones en la Constitución. Nos mordemos la cola permanentemente. El abogado Humberto Abanto advirtió que la sentencia de Vizcarra puede ser anulada en la apelación. Dios nos coja confesados.
Fuente: CanalB
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