Por Luis García Miró Elguera, publicado en Expreso
El fraude electoral perpetrado por Maduro es un ritual en los regímenes totalitarios. Para ellos el voto es ficción. El evento, la convocatoria, la parafernalia y las expectativas que generan estos lances distraen al ciudadano; alientan la efervescencia populachera y convierten al proceso electoral en una rutina perversa, destinada a seguir engañando al pueblo y al mundo entero.
Por eso, amable lector, la esperanza de que, en las actuales condiciones, triunfe Edmundo González, opositor de Maduro –auténtico ganador de la contienda– es absolutamente nula.
Y acá parece que los peruanos nos hemos vuelto aún más tontos, soslayando que en las pasadas elecciones ocurrió un fraude que dio como triunfador a un comunista, Pedro Castillo, gracias a los tejemanejes de otro comunista que, por cierto, permanece siendo el jerarca del Jurado Nacional de Elecciones. Hablamos de Jorge Luis Salas Arenas quien, además de negarse a confrontar las firmas de cientos de miles de actas (denunciadas como alteradas por una comisión de honrados políticos liderados por Lourdes Flores), urdió un cambio de fechas en los estertores del proceso para alterar el resultado del “conteo” de los votos.
Denunciamos el fraude, pero se opuso el aún mandamás del JNE Salas Arenas, junto con las izquierdas criollas. Gracias a ambos, Castillo presidió el Perú con las consecuencias dantescas que conocemos. ¡Pero Salas Arenas continúa encabezando del JNE! ¡Así de pervertida es la izquierda, y así de tonta la contemporánea derecha peruana!
Consecuentemente Salas Arenas ha consolidado más poder. Al extremo de imponer la candidatura de un asesino de policías –Antauro Humala– contraviniendo la Constitución, la ley y el sentido común. Pero, además, ha atomizado el proceso electoral cabildeando en el Congreso con las izquierdas –de extrema a caviar– alentando la explosión numérica de “partidos políticos” –son treinta hasta ayer–, un artificio tramposo que diluye el escasísimo sentido democrático que aún queda en nuestra sociedad, convirtiendo al Perú en un Estado inmanejable e impredecible. ¡Así son los comunistas! De entraña pervertida, dogmática, destructiva y tramposa.
¿Se imagina, amable lector, elegir presidente –en unos comicios de por sí electrizantes– entre treinta candidatos, la inmensa mayoría de los cuales están decididos a hundir más al Perú en la miseria, el hambre, el atraso y la pendencia entre ciudadanos, como suele hacerlo la izquierda latinoamericana digitada por el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla? El objetivo de la izquierda es engullir al Perú, para vengar aquella gesta que le permitió deshacerse del régimen rojo de Castillo, dispuesto a aliarse con el castrismo, el chavismo y otras lacras que tienen pauperizados, encerrados, frustrados y atrasados a sus pueblos; impidiéndoles vivir en democracia, en libertad y con independencia.
Por cierto, además de los partidos tradicionales aparecen en el cartel electoral topos totalitarios. Como la Alianza Nacional de Trabajadores Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros (excusa para ponerle de nombre A.N.T.A.U.R.O.), agrupación que postula al asesino de policías Antauro Humala, vetada porque la ley prohíbe que un partido político lleve el nombre de un postulante presidencial. ¿Y la derecha? Escondida y atomizada.
Fuente: CanalB
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