Por Carlos E. Gálvez Pinillos, expresidente de la SNMPE
En el Perú, no sé si por herencia colonial, la gente se llena de eufemismos al hablar y evita a toda costa llamar a las cosas por su nombre. La minería a pequeña escala y artesanal, no tiene por qué ser ilegal, pero mucha gente realiza “Extracción ilegal de minerales” y pretende ocultarse tras los términos de “pequeño minero”, “minero artesanal” o “minero informal”.
El Estado durante muchos años se ocupó del fomento a la pequeña minería y, para esto, constituyó una institución llamada Banco Minero del Perú (BMP). Esta era en realidad una institución de fomento a la pequeña minería, más que un banco. Si alguien tiene real interés en resolver el grave problema en que estamos, debería tomar nota de lo que era el BMP:
El objetivo que perseguía el Estado, era que un ciudadano con vocación minera pueda constituirse en explorador y operador minero, pero bajo el absoluto cumplimiento de las leyes, brindándoles el apoyo legal, técnico, logístico, metalúrgico y comercial necesarios, en adición al apoyo financiero requerido para esta actividad.
Esta era una “carretera” de doble vía, pues en primera instancia, el Estado apoyaba el cateo y prospección mineras conducentes al descubrimiento de nuevos yacimientos, mientras que, en segunda instancia, los apoyaba a crecer en sus operaciones mineras.
De esta manera, el pequeño empresario minero podía optar por dos caminos:
Muchos pioneros de nuestra minería han trabajado con el Banco Minero del Perú, se han apoyado en sus capacidades técnicas, logísticas, legales, comerciales y financieras para abrir pequeñas minas, las que con el tiempo se convirtieron en operaciones de mediana escala, para al final, terminar siendo una empresa grande, operando varios yacimientos. Podría mencionar numerosos casos aún vigentes.
Ninguno de ellos tuvo que recurrir a la ilegalidad que tanto apoya y defiende un numeroso grupo de congresistas.
Como lo demuestra la historia de nuestra minería, todo nuestro desarrollo minero se sustenta en la legalidad de las operaciones, la correcta titularidad de la propiedad minera y el cumplimiento de las normas, asesorado por el propio Estado.
Ya es tiempo de que eliminemos absolutamente la extracción ilegal de minerales, para lo cual debemos, de un lado, ser estrictos en la exigencia del cumplimiento de la ley y, por otro lado, brindarles el acompañamiento técnico-legal y financiero que requieran.
No debemos otorgar más ampliaciones de REINFO, pues no son necesarios.
Pero reeditemos la historia de fomento a la actividad minera, usando mecanismos simples y adecuados a nuestras nuevas circunstancias.
Controlemos las plantas metalúrgicas que operan sin tener mina propia y convirtámoslas en un instrumento de formalización minera.
Apoyemos técnicamente las labores mineras, para que sean eficientes y seguras.
Brindemos apoyo legal para que nuestros mineros artesanales regularicen la titularidad minera de sus descubrimientos, o bien, que regularicen sus contratos de cesión con los propietarios de las concesiones.
Apoyemos la logística que requieren, pues no tienen el tamaño suficiente para solventar esa actividad.
Finalmente, apoyemos con el servicio de comercialización a esos empresarios mineros a pequeña escala.
Pero de ninguna manera permitamos la actividad minera ilegal, pues está íntimamente ligada al delito.
Fuente: CanalB
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