La renuncia unánime del directorio de Petroperú, encabezado por Oliver Stark, ha escalado la crisis de la empresa estatal, convirtiéndose en un nuevo factor de inestabilidad política para el gobierno de Dina Boluarte.

La dimisión fue anunciada a través de un comunicado público, en el que se señala que la falta de respuesta del Ejecutivo sobre el futuro de la compañía hizo inviable su continuidad.

El conflicto con Petroperú, que ya no es un tema sectorial, ha provocado tensiones entre el Ejecutivo y el Congreso. Mientras la presidenta Boluarte insistió en que la empresa no será privatizada, desde el Legislativo, el congresista Diego Bazán (Renovación Popular) anunció que recolectará firmas para censurar al ministro de Economía y Finanzas, José Arista, a quien considera "responsable político" de la situación.

El directorio de Petroperú había advertido en agosto sobre la urgencia de definir el futuro de la empresa, planteando tres posibles escenarios: continuar inyectando capital sin cambios organizacionales, aceptar su quiebra o iniciar una reestructuración profunda con apoyo internacional. Ante la falta de pronunciamiento, el directorio decidió dar un paso al costado.

Stark, junto con los directores Germán Boza Pró, David Tuesta, Carlos Villalobos y Pedro Gamio, dimitieron en medio de la incertidumbre sobre el futuro de Petroperú. Solo Antonio Manosalva, representante de los trabajadores, se mantiene en el cargo.

El exdirector Pedro Gamio advirtió que Petroperú se encuentra "en cuidados intensivos" y urgió la necesidad de una reestructuración inmediata.

Mientras tanto, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y el Ministerio de Energía y Minas (Minem) deberán designar a los nuevos directores de la estatal en medio de un clima político marcado por la creciente presión para solucionar la crisis.