Por Joaquín de los Ríos de la Torre, abogado
Publicado en El Reporte
En un mundo cada vez más convulso, tanto Perú como Estados Unidos se encuentran en un momento crítico que podrían definir su futuro, y, por extensión, del mundo. Aunque nuestro Perú no tiene el poderío global de Estados Unidos, su resistencia ante fuerzas destructivas ofrecen valiosas lecciones que otras naciones deberían tomar en cuenta.
El Perú ha sobrevivido a regímenes que dejaron profundas cicatrices. Desde el artero Juan Velasco Alvarado, que fracturó al país robando a los pocos que tenían algo, destruyendo el tejido social e incubando odios hasta los nefastos Martín Vizcarra y Pedro Castillo. La maldad de estos se vio acentuada por la corrupción de sus gestiones y el catastrófico manejo de la pandemia. Vizcarra permitió que ideologías radicales tomen el poder, dejándonos en el abismo.
Un ejemplo contundente de nuestra debilidad institucional es la forma en que el terrorismo, marginado durante el gobierno de Alberto Fujimori, resurge. Sendero Luminoso y el MRTA, que tanto daño causaron, se han reorganizado, aprovechando las oportunidades que les brindan los que usurpan la defensa de los Derechos Humanos. De forma engañosa y silente esta nueva amenaza avanza infiltrando empresas y academia.
De manera similar, Estados Unidos enfrenta su propio asalto de los radicales agazapados. A partir del año 2020, bajo falsas banderas, sembraron el caos en ciudades enteras, aupándose en una falsa defensa de las libertades personales, de la igualdad y cuanta causa progre pueda uno imaginarse. Es en este contexto que la figura de Donald Trump adquiere relevancia especial.
En tiempos de crisis, cuando las naciones se ven amenazadas por la descomposición social y el resurgimiento de la violencia, es necesario un liderazgo firme y decidido que pueda restaurar el orden, premisa fundamental para la paz y prosperidad.
Trump demostró, a lo largo de su presidencia, que es posible retomar el control de una nación en medio del caos, similar a cómo Perú logró enfrentar y reducir la amenaza terrorista en el pasado. La clave radica en entender que la seguridad y el orden son pilares fundamentales de cualquier sociedad. Después de todo el derecho a que no te mate un delincuente (Derecho a la Vida) y que no te roben el fruto de tu trabajo (Derecho a la Propiedad) son Derechos Humanos fundamentales en cualquier sociedad civilizada.
Winston Churchill, en medio de la Segunda Guerra Mundial, declaró: “No tengo nada que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. Estas palabras encapsulan la esencia del liderazgo firme y decidido que se necesita en tiempos de crisis. Eso es lo que se necesita ahora.
Ronald Reagan, otro líder conservador crucial en la historia de Estados Unidos, revitalizó a una nación que había caído en el pesimismo y la apatía tras el desastre de Vietnam y el derrotismo de Carter. Al igual que Reagan, Trump promovió el orgullo y propósito nacional, enfrentándose a un entorno hostil envalentonado, rechazando las ideologías que amenazaban con socavar los valores fundamentales de la civilización occidental.
Sin embargo, el peligro no ha desaparecido. Kamala Harris, con su agenda progresista y radical, representa una amenaza no solo para Estados Unidos, sino también para países como Perú.
La izquierda ha copado todas las burocracias, públicas y privadas; organismos internacionales, prensa, academia y empresariado. Sin embargo, todavía subsisten algunos reductos que apuestan el todo por el todo para volver a los valores naturales que sostuvieron a nuestra civilización desde sus albores.
Si Kamala Harris o alguien con su ideología u oportunismo llegara a liderar la nación más poderosa del mundo, los efectos se sentirían globalmente. Las políticas que promueve, como la ampliación de derechos al aborto, la defensa de la ideología de género en las escuelas y la relajación de las políticas migratorias, podrían desatar una nueva ola de ideología woke y radical en todo el continente, minando los valores que sustentan la civilización: Libertad, familia, seguridad y tradición.
Edmund Burke, el padre del pensamiento conservador anglosajón, advirtió sobre los peligros del jacobinismo, afirmando que “una sociedad sin los medios para cambiar no tiene medios para su conservación”. Kamala Harris, con su agenda, busca cambiar lo que no necesita ser cambiado, subvirtiendo los valores que han mantenido a la civilización occidental en pie. La expansión de sus políticas progresistas no solo amenazaría a Estados Unidos, sino que debilitaría a países como Perú, donde la soberanía y la estructura familiar ya están bajo asedio.
La lucha por la libertad y la estabilidad es una constante en la historia de la humanidad. Perú sabe bien que la resistencia es posible, pero también que es frágil. El destino de nuestro país, y de muchas otras naciones, podría depender de lo que ocurra en Estados Unidos. La victoria de Donald Trump no solo es crucial para la continuidad de una América fuerte y libre, sino también para el mantenimiento de un orden global donde los valores tradicionales y el sentido común prevalezcan sobre la tiranía ideológica.
La historia nos ha enseñado que cuando una nación tan poderosa como Estados Unidos elige con sabiduría, el mundo entero se beneficia. Como peruano, confío en que los estadounidenses tomarán una decisión que proteja estos valores compartidos. Trump SÍ, Kamala NO. No solo por el bien de su país, sino también por el bienestar de muchos más.
Fuente: CanalB
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