Opinión

La curia traicionera, por Hugo Guerra

Publicado el 21 de agosto de 2024

Por Hugo Guerra, publicado en Expreso

 

La alta curia católica de la Conferencia Episcopal (CEP) y los máximos representantes de las FF.AA., representados por la Asociación de Oficiales Generales (ADOGEN), han cruzado sables ideológicos y morales.

 

Los curas rojos, encabezados por Miguel Cabrejos, han osado invocar la derogatoria de la ley que precisa que no se puede procesar a nadie por delito de lesa humanidad cometido antes de julio de 2003, puesto que ese crimen era inexistente en la legislación peruana. Con esto, la Iglesia oficial de los católicos se suma al griterío de odio y persecución política contra miles de oficiales y personal subalterno militar y policial que están siendo torturados judicialmente desde hace tres décadas por haber combatido al terrorismo y devuelto la libertad a nuestra patria.

 

Frente a esa postura anticonstitucional e inmoral, los Oficiales Generales, en un texto impecable e histórico, dicen que el comunicado de los obispos es “un mensaje errático y desorientador”. Añaden: “Duele vuestra indiferencia ante los miles de militares y policías mutilados y todos los sufrimientos conexos de las familias afectadas.” Y concluyen invocando a las FF.AA. a “estar atentas sobre la idoneidad evangelizadora de los pastores católicos asignados a nuestros Institutos Armados.”

 

Pero esta afrenta no es aislada. La cúpula dirigente de los católicos  peruanos hace tiempo –desde que pasó al retiro el Cardenal Juan Luis Cipriani– ha optado por una posición de militancia ideológica y política de izquierda agresiva. Bajo la conducción de Barreto Jimeno y Castillo Mattasoglio, la Iglesia se ha alejado de sus principios doctrinales y su dogmática para asumir criterios propios de la progresía, del socialismo y del marxismo.

 

Esta Iglesia ha sido cómplice del genocidio durante la COVID-19, sin reclamar siquiera la apertura de los templos y camposantos para los feligreses; apoyó con declaraciones enérgicas el golpe de Estado de Vizcarra; respaldó las algaradas antidemocráticas de noviembre de 2020; alentó el régimen espurio de Sagasti; calló frente al fraude electoral de 2021; abrazó al golpista Castillo; hostiga a la oposición anticomunista; calla frente a la ideología de género y es partícipe activa de la “nueva ética social” que auspicia desde el Vaticano el cura peronista Francisco, en reemplazo de la doctrina social de la Iglesia.

 

Más grave aún, justifica el terrorismo de Sendero y el MRTA, coincidiendo con los subversivos que propugnan que solo hubo un conflicto armado interno; y por ello se suma a la persecución de militares y policías.

 

 

 

Fuente: CanalB

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