Por Santiago Carranza-Vélez, publicado en La Gaceta
En un artículo publicado este lunes, el NYTimes señala que la Administración Trump acelera sus planes para forzar la caída de Nicolás Maduro en Venezuela. Según funcionarios estadounidenses, se ha intensificado en los últimos días una campaña que combina presión militar, diplomática y judicial contra el régimen chavista, acusado de dirigir una red de narcotráfico que amenaza directamente la seguridad de Estados Unidos.
El encargado de articular la estrategia es el secretario de Estado y asesor de Seguridad Nacional, Marco Rubio, quien sostiene que Maduro es un «fugitivo de la justicia norteamericana» y un «jefe de organización criminal y terrorista» que ha tomado el control de un país. Rubio se apoya en la acusación del Departamento de Justicia de 2020, que procesó a Maduro y a otros jerarcas chavistas por narcotráfico.
El frente más duro de la Administración ya está alineado con Rubio: el director de la CIA, John Ratcliffe, y el asesor de política doméstica de Trump, Stephen Miller, respaldan la tesis de que Maduro es un «narcoterrorista» y un fugitivo de la justicia estadounidense, lo que justifica intensificar la presión militar y diplomática. Desde el Departamento de Estado, el portavoz adjunto Tommy Pigott ha insistido en que Maduro «envenena a los estadounidenses» y debe rendir cuentas ante la justicia.
El Pentágono ha desplegado más de 6.500 efectivos en la región caribeña y ha ejecutado ya ataques contra embarcaciones que transportaban drogas en aguas internacionales, con al menos 17 muertos desde septiembre. Washington estudia ahora operaciones más ambiciosas en territorio venezolano, dirigidas contra laboratorios y redes de tráfico vinculadas al régimen.
Según el diario neoyorkino, Trump firmó en julio una orden secreta que permite considerar a los cárteles como organizaciones terroristas y habilita el uso de la fuerza militar. El propio presidente advirtió ante la Asamblea General de la ONU: «Hemos comenzado a destruir las redes de terror y narcotráfico dirigidas por Nicolás Maduro. Si no paran, los haremos desaparecer de la faz de la tierra».
Fuentes de la oposición venezolana en el exilio confirmaron que ya existe un plan para un eventual escenario de transición. El esquema contempla que, en las primeras 100 horas tras la caída de Maduro, el poder se transfiera a Edmundo González, considerado por observadores independientes el legítimo ganador de las elecciones fraudulentas de 2024 y hoy exiliado en España.
La dirigente María Corina Machado, a quien Rubio ha elogiado como la «Dama de Hierro venezolana», mantiene contactos estrechos con la Administración estadounidense. Su asesor Pedro Urruchurtu subrayó: «Estamos hablando de desmantelar una estructura criminal, y eso sólo puede hacerse con el uso de la fuerza».
Aunque el ala dura liderada por Rubio cuenta con respaldo de figuras como John Ratcliffe y Stephen Miller, otros asesores de Trump —como Richard Grenell— advierten del riesgo de un conflicto prolongado y apuestan por la vía diplomática. Caracas, por su parte, niega ser un país productor de droga y ha enviado cartas a Washington pidiendo diálogo, rechazadas por la Casa Blanca.
Mientras tanto, el régimen chavista mantiene el respaldo de las Fuerzas Armadas, clave de su supervivencia, aunque con creciente desgaste interno. La presión de EEUU y el aislamiento internacional dibujan un panorama de máxima tensión en Venezuela, con consecuencias que pueden redefinir el equilibrio geopolítico en Iberoamérica.
Fuente: CanalB
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