Alfonso Baella Matto
Periodista
Grandes obras de la literatura universal han sido impresas en 79 páginas. Autores de todas las épocas y todas las tallas han encontrado en esta brevedad el espacio suficiente para contar historias que trascienden el tiempo, para desarrollar ensayos que desafían el entendimiento de lo convencional y para escribir biografías que detallan la esencia humana.
En el ámbito político no hay excepción. En 79 páginas sobra lugar para suscitar esperanzas en los desahuciados, para recuperar la unidad en un país dividido y para avivar el alma de la vasta población indiferente. Sin embargo, en el mundo moderno, en tiempos de gratificación inmediata y de poca retención de audiencias, nadie aguanta escuchar una atropellada lectura de 79 paginas mal redactadas.
El discurso de Dina Boluarte este 28 de julio tuvo una duración de 5 horas ininterrumpidas, erigiéndose como el mensaje de fiestas patrias más largo de los últimos 30 años. «Lo cierto es que la extensión del discurso fue necesaria por el nivel de detalles», argumentó la ministra de Vivienda. Lejos de cumplir con supuestos objetivos informativos, lo único que logró la presidenta con su verborrea fue dormir al canciller y a su hermano Nicanor. Las 79 páginas y la exigua habilidad retórica de la mandataria demostraron que la verdadera elocuencia no se mide en cantidad de palabras, sino en la profundidad del contenido.
El inacabable mensaje de este año se resume en tres puntos que han puesto, una vez más, en tela de juicio el rumbo que ha trazado el Estado peruano luego de 600 días de Boluartismo, rumbo con destino desconocido.
El primero tiene que ver con el poder ejecutivo. Boluarte anunció cambios en la organización ministerial: La creación del nuevo “Ministerio de Infraestructura”; el cambio de denominación del Ministerio del Interior por “Ministerio de Seguridad Pública”; y la fusión de cuatro ministerios en dos, entre ellos el Ministerio de la Mujer y Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social.
El segundo tiene que ver con la implementación de una Estrategia Multisectorial para la prevención de violencia sexual contra niños y adolescentes. El tema tomó fuerza debido a los recientes casos de violaciones en el Amazonas. «En lo que va del año, un total de 651 docentes y administrativos, procesados y condenados por delitos de agresión sexual, han sido separados de manera definitiva del sistema educativo», señaló Boluarte.
En tercer lugar, la presidenta responsabilizó al gobierno de Pedro Castillo por haber generado una crisis de confianza y la “mayor fuga de capitales de los últimos 50 años”. Sin embargo, gozó de suficiente memoria selectiva para olvidar que, de los 16 meses del régimen chotano, ella fungió de fiel acompañante y escudera en 15.
Pero es quizá la levedad con la que se han tratado algunos asuntos lo que ha generado mayor controversia. La implementación del Régimen del Servicio Civil, que aumentaría el sueldo presidencial; la débil acción contra la minería ilegal; la “no privatización del agua”; la incertidumbre en PetroPerú; la inconclusa política anticorrupción; el anuncio de los mismos proyectos de irrigación del 2023; y la relación adulante con un Congreso constantemente cuestionado, deja más dudas que certezas.
Dina Boluarte, sostenida por un inestable 5% de aprobación, llegó debilitada por sí misma al hemiciclo este 28 de julio. La poca astucia e inexperiencia la llevaron a perder quizás la última bala. Las interminables 79 páginas del discurso no pudieron decirnos menos de su gestión y más de su caprichosa manera de hacer las cosas.
En la política muchas veces la forma también es parte del fondo. El error de las 5 horas ha sido demasiado grande como para no colmar la paciencia incluso del poco apoyo institucional que le queda. La percepción es que no le importa que la escuchen. La pregunta unánime es entonces: ¿para quién gobierna?
Fuente: CanalB
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