Escrito por Juan Carlos Suttor en el blog Sin Pelos en la Lengua
El 24 de agosto, la señora Martha Meier M.Q. publicó en el Diario Expreso un interesante artículo proponiendo que para votar era necesario tener el RUC, además del DNI.
https://www.expreso.com.pe/opinion/quieres-votar-r-u-c-y-no-d-n-i/
Nunca más de acuerdo con ella. Precisaría a su propuesta, ya que todos pagamos impuestos, como el IGV o el ISC, que los que podamos votar, seamos los que pagamos Impuesto a la Renta y le agregaría una ponderación: A mayor pago de impuestos, mayor cantidad o peso de votos. ¡Ponderación!
Cuando publiqué en mis redes esta posición, casi inmediatamente, fui criticado por personas a las que aprecio mucho. Me trataron de dictador y hasta me sugirieron formar un nuevo partido político, cuando ya vamos en camino a tener casi 60, gracias a las reformas propuestas por el "especialista" en temas electorales, Fernando Tuesta y al gran delincuente y asesino, Martín Vizcarra.
Platón, hace 2.400 años rechazó la democracia ateniense basándose en que la ley democrática era el capricho del pueblo, con sus variaciones de ánimos y apetitos, e indiferente al «buen orden». Afirmaba que el gobierno de la democracia no reconocía diferencias entre mujeres y hombres, entre padres e hijos, entre amos y esclavos, entre sabios e ignorantes. La forma de gobierno que prefería Platón era la aristocracia, en griego, "el gobierno de los mejores", donde unos pocos se pasarían la vida preparándose para el liderazgo, los que se encargarían de dirigir la República, de modo que pudieran tomar decisiones sabias para la sociedad.
Sir Winston Churchill, un gran estadista, que duda cabe, afirmaba el siglo pasado que “La democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás".
Sin embargo, hay románticos o tradicionalistas, muy respetables por cierto, que creen que el sistema democrático actual, "Un elector, un voto", es perfecto y que no debe modificarse ni puede mejorarse. Es decir, en Perú, tener 18 años, no tener educación, no ser formal, haber sido condenado por terrorismo, ser un narcotraficante, un minero informal o ilegal, un sicario o un proxeneta le da el mismo valor de voto al de una persona graduada de una universidad prestigiosa, que puede haber hecho una maestría, culta por supuesto, que hace empresa, que genera empleos y finalmente, que paga Impuesto a la Renta. Y no me refiero a empresas, me refiero a personas.
¿Eso es correcto? ¿Es eso justo? Yo creo que no.
Decía Martha Meir M.Q. en su artículo "que los que menos tienen constituyen el mayor caudal de votos. Ingenuamente marcarán la balota de quienes les prometan lo que nunca les darán. Mientras los menos, que son los que más tienen, tributan y son quienes mantienen al país". Para muestra un botón, ahí está el delincuente expresidente Pedro Castillo. Y podría venir otro como Antauro Humala.
Como corolario de lo anterior, ¿Quién sería el mayor interesado en que el manejo del país esté en las manos correctas? ¿El que más Impuesto a la Renta paga o el que paga un mínimo o no paga porque es informal o ilegal?
¿Cuál es el temor de un aggironamiento, de una actualización o de una modernización del sistema democrático, como lo conocemos actualmente? ¿Cuál es el interés de defender al peor sistema de gobierno, como decía Churchill? ¿Mi voto debe valer igual que el de un delincuente? ¿Mi voto debe valer igual que el de un informal que no paga Impuesto a la Renta?
Un beneficio adicional sería que, en un país con niveles de informalidad superior al 70%, se incentivaría la formalización, si es que se quiere votar, lo cual, a su vez, generaría una mayor recaudación de parte del Estado y por lo tanto, mayores recursos para cubrir las grandes necesidades que tenemos en educación, salud, infraestructura y otros.
El Estado ideal, decía Platón, se compone de tres clases: La estructura económica reposa en la clase de los comerciantes. La seguridad, en los soldados. Y el liderazgo político debe ser asumido por los filósofos-reyes.
Concluyendo, estimado lector, no cerremos nuestras mentes y pensemos "out of the box". Seguramente existen otras fórmulas para diferenciar el voto, bienvenidas sean y la discusión queda abierta, sin ofensas. Lo que no puede pasar es que sigamos con esa farsa de "un elector, un voto".
Fuente: CanalB
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