Por Óscar Becerra Tresierra, publicado en Expreso
No puedo dejar de iniciar esta columna comentando un tema que remeció el ambiente político el domingo en la noche, que ha motivado una crisis ministerial. El premier Alberto Otárola está en el ojo de la tormenta y la presidenta Dina Boluarte no tiene otra opción que oficializar su salida. Así es la política… impredecible. Sin embargo, un tema que siempre debe estar presente en la agenda periodística es la calidad de la educación en el Perú.
Por ello, una vez más SUNEDU se coloca también en el ojo de la tormenta, esta vez ratificando un despropósito descomunal iniciado por sus antecesores. Me refiero a la prohibición de ofrecer educación virtual en pregrado, excepto para los presidiarios.
Nadie discute la necesidad de garantizar la calidad de la educación que reciben los peruanos y, en ese sentido, la acreditación y certificación de la calidad de la educación virtual es un proceso crucial para garantizar estándares de excelencia y confianza en las instituciones y programas educativos. Pero, partiendo de esta premisa válida, la SUNEDU decidió prohibir la educación 100% virtual en pregrado, en reconocimiento tácito de su incapacidad para verificar si la oferta académica es buena, regular o mala.
El gran problema del Perú es la falta de integridad con lemas como “Quien hizo la ley, hizo la trampa” o “Para mis amigos todo y para mis enemigos la ley”. La educación universitaria no ha escapado a esta situación que la SUNEDU parece resolver con una medida cuestionable, en lugar de velar por el cumplimiento de las normas vigentes.
La anterior SUNEDU “abrió una ventana” en la que autorizó a dos o tres a universidades ofrecer educación virtual sin limitaciones y luego cerró esa misma ventana en una descarada maniobra que afectó al mercado educativo para beneficio de unos pocos “amigos”.
Seamos claros: la educación presencial y la virtual son dos modalidades que tienen características peculiares, cada una con ventajas y desafíos propios de cada enfoque y cuya calidad debe ser supervisada y asegurada por SUNEDU. Es necesario insistir que lo que tuvimos durante la pandemia no fue sino un remedo de educación virtual en la que se ofrecía transmisión de clases utilizando plataformas de teleconferencia. Eso NO ES educación virtual sino solo un componente de la misma.
La flexibilidad de horarios y ubicación constituye una ventaja indiscutible de la educación virtual que permite a los estudiantes acceder a contenidos desde cualquier lugar y circunstancia, interactuar con sus profesores y compañeros de manera asíncrona y participar en discusiones a través de foros de diálogo, proporcionando flexibilidad en horarios y ubicaciones remotas.
Es así que los peruanos podemos acceder a formación virtual ofrecida por una multitud de universidades de todo el mundo y optar grados y títulos que luego serán reconocidos en el Perú, por la propia SUNEDU, en atención a los convenios internacionales de los que somos signatarios. La única excepción son las universidades peruanas a las que la SUNEDU ha prohibido la oferta virtual, realmente una situación digna de un museo de la incompetencia.
La SUNEDU parece olvidar la creciente importancia de la adquisición de habilidades digitales que ha llevado a un énfasis en la educación virtual para desarrollar competencias tecnológicas necesarias en la era actual. Si el problema es de incapacidad para evaluar la calidad de la oferta virtual, nada más sencillo que recurrir a instituciones de prestigio internacional que se especializan en el tema. Por si no saben, aquí les menciono solo tres de las más prestigiosas: Quality Matters, Online Learning Consortium, Distance Education Accrediting Commission. Esta última reconocida por el Departamento de Educación de los Estados Unidos de Norteamérica que, como sabemos, tiene las mejores universidades del mundo.
Esperemos que el despropósito reafirmado por SUNEDU en perjuicio de las universidades peruanas y para beneficio de las extranjeras sea el resultado de rezagos infiltrados en la organización, sumados a la inexperiencia de los nuevos miembros del consejo directivo y que la preocupación de fondo sea por la calidad y se reglamente a la brevedad los requisitos exigentes para ofrecer educación de calidad, virtual o presencial, en las mismas condiciones que ahora solo están disponibles para las universidades extranjeras.
Fuente: CanalB
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