Por Óscar Becerra Tresierra, publicado en Expreso
Jean-Léon Gérôme, un destacado pintor francés del siglo XIX, con su obra maestra “La Verdad desnuda saliendo del pozo”, ha dejado un legado artístico que resuena con notable relevancia en la sociedad actual. Esta pintura, que simboliza la lucha entre la verdad y la mentira, adquiere una especial trascendencia en nuestros días, donde la manipulación de la verdad parece ser una constante en diversos ámbitos de la vida pública.
El paralelo entre la representación artística de Gérôme y la realidad contemporánea en el Perú es inquietante. El ejemplo de Martín Vizcarra, quien pretendió hacernos creer que realizó un acto de sacrificio al vacunarse clandestinamente, revela una estratagema destinada a encubrir acciones cuestionables. Esta situación se repite con personajes que, bajo juramento, exageran sus logros académicos y profesionales, construyendo una narrativa ficticia que distorsiona la realidad.
No es menos escandaloso que un ex ministro celebre el décimo aniversario de su gestión, durante la cual dilapidaron cientos de millones de soles de recursos del Estado en consultorías inútiles mientras el Perú volvía a los últimos lugares en la prueba Pisa. Esos actos evidencian una desconexión entre la apariencia y la realidad en la esfera política. La presencia de un “periodista” de investigación que supuestamente manipula a la Fiscalía de la Nación reflejaría la infiltración de la mentira en las instituciones clave de la sociedad.
En este punto, la semana pasada el “periodista” Gustavo Gorriti fue “entrevistado” en una radio para responder por los cargos que se han formulado en su contra en los últimos días. ¿Fue una entrevista? La abogada que hablaba con él sólo murmuraba y dejaba que su “entrevistado” se explaye con absoluta libertad. Mientras esto ocurría, ella se dedicaba a poner una cara al borde de las lágrimas y asentir a todo lo que decía Gorriti. ¿Eso fue una entrevista? ¿Eso es periodismo? La respuesta es no. Fue una farsa.
Pero lo triste es que, luego, un ejército de tuiteros, influencers y otras yerbas del progresismo se dedicó a elogiar la “entereza” de Gorriti, su “coraje” y le reiteró su admiración incondicional. ¿Y la verdad? ¿Y el descargo a todos los presuntos hechos que se le imputan? Nada, porque para estas personas el periodismo es solo un instrumento para imponer su ideología o para defender a capa y espada a sus semejantes. Como Gorriti. No les interesa la verdad, ni la opinión pública. Solo obtener y mantener su cuota de poder.
Este patrón de conducta se extiende a otros medios de comunicación que distorsionan secuencias temporales para deshacerse de un ministro que no les resulta agradable. Así podríamos seguir hasta abarcar casi toda nuestra historia republicana. Estos ejemplos, que son apenas una muestra, subrayan la necesidad apremiante de desenmascarar a la mentira y denunciar a aquellos que se disfrazan para engañar a la opinión pública.
A nadie le gusta enfrentarse a los medios hegemónicos en el país, la mayoría prefiere callar o moderar su posición. Pero creo que ha llegado el momento de hacer un juzgamiento imparcial del papel que ciertos medios de comunicación, en especial los dominantes, han cumplido en la actual crisis que vive el Perú. Basta recordar los centenares de millones de soles que Vizcarra les entregó a través del programa Reactiva durante la pandemia. Algún importante medio radial incluso fue funcional a la corrupción del golpista Pedro Castillo al punto de que uno de sus periodistas más conspicuos está preso hasta que se defina su culpabilidad o inocencia. Esos son los medios de comunicación que le deben pedir perdón a nuestra Patria.
En este contexto, se destaca la importancia crucial de cultivar el juicio crítico en la población. La educación juega un papel fundamental en este proceso, ya que capacitar a los niños y jóvenes para evaluar de manera crítica la información que reciben es esencial para evitar que caigan presa de las artimañas de aquellos que manipulan la verdad a su conveniencia.
Es hora de decir basta y de iniciar un proceso de mejora en la calidad de nuestra educación. Este es el primer paso para que las generaciones futuras no sucumban a las artimañas de quienes, con medias verdades y manipulaciones, han llevado al país por el despeñadero en que se encuentra. La trascendencia de Gérôme nos insta a desnudar la mentira, a cuestionar la realidad que nos presentan y a construir una sociedad basada en la verdad y la transparencia.
Fuente: CanalB
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