Política

Lima avanza pese a la corrupción caviar, por Óscar Becerra Tresierra

Publicado el 23 de enero de 2024

Por Óscar Becerra Tresierra, publicado en Expreso

 

Como cada mañana, Felipe y Rosa, su mujer, se dirigen al paradero donde luego de media hora de camino esperarán un promedio de cuarenta y cinco minutos para iniciar el viaje de dos horas hasta sus centros de trabajo. Ellos son parte del 27.3% de la población pobre de nuestra capital, donde 5.9 millones de personas son pobres o están en riesgo de serlo. La cifra casi duplica el 14% que eran pobres en 2019 y la situación se sigue deteriorando.

 

Nuestra Lima, que acaba de celebrar sus 489 años de fundación española, exhibe una realidad en la que el crecimiento económico no se traduce en beneficios para sus habitantes. Los servicios básicos como transporte público, agua, desagüe y electricidad son caóticos o inexistentes. Es triste comprobar cómo la ciudad ha crecido ignorando las necesidades de sus ciudadanos y hace evidente la falta de responsabilidad por parte de las autoridades.

 

Más triste es enterarse que la Contraloría General de la República ha determinado que durante los regímenes de Toledo, Humala, PPK, Vizcarra, Sagasti y el golpista Pedro Castillo se habría gastado 46 mil millones de soles en consultorías destinadas a favorecer a los amigos de las autoridades de turno.

 

Existe, pues, una relación directa entre la corrupción y el estado actual de Lima. La ex alcaldesa Susana Villarán, tras admitir que recibió una coima de diez millones de dólares para favorecer a la empresa más corrupta de la historia, goza de libertad y riqueza. Mientras tanto, los ciudadanos nos vemos afectados por incrementos en los peajes sin mejoras tangibles. Es inconcebible el nivel de impunidad y la falta de consecuencias para aquellos responsables de la corrupción.

 

Los limeños como Felipe y Rosa enfrentan diariamente desafíos relacionados con el tiempo y la seguridad. El caótico transporte público y las horas perdidas esperando o viajando afectan su productividad y calidad de vida. Además, ellos saben, como 9 de cada diez limeños, que en cualquier momento pueden ser víctimas de asaltos, extorsión o incluso asesinato mientras las autoridades discuten si deben referirse a ellos como ciudadanos; o ciudadanos y ciudadanas; o, tal vez ciudadanes. Realmente, una situación surrealista.

 

A pesar de contribuir con casi el 50% al Producto Bruto Interno del país, los limeños se sienten abandonados. Los intentos de mejorar los servicios y poner orden son obstaculizados por enfrentamientos entre las diferentes instancias del poder, generando frustración en la ciudadanía.

 

Me preguntó si no será posible, por ejemplo, denunciar ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el abuso descarado de una de las empresas más corruptas del mundo, que, a punta de coimas, consiguió un leonino contrato que ahora nos obliga a aceptar peajes abusivos y casos como el de Puente Piedra donde los pobladores deben pagar para entrar o salir de su distrito cuando la Constitución consagra el derecho al libre tránsito.

 

Lamentablemente, dudo que el sistema interamericano de derechos humanos actúe y emita alguna resolución favorable a los ciudadanos del Perú porque, la historia lo demuestra, para ellos solo tienen derechos humanos la gente de izquierda y los terroristas. Esa es una verdad que pocos proclaman a viva voz para no colisionar con el statu quo.


Los corruptos y sinvergüenzas que le robaron a Lima y al país y lo sumieron en la pobreza, todos de izquierda o progresistas, están protegidos por la comisión y la corte de derechos humanos porque son de la misma orientación ideológica. Digno de mención es también el exalcalde Jorge Muñoz Wells, quien nada hizo por Lima y, además, fue echado por infringir la ley.


A eso me refería cuando los califiqué de adefesios, con perdón de los adefesios. Ha llegado el momento de tomar al toro por las astas y trabajar por una ciudad mejor, tal vez el incentivo de obtener la sede de los Juegos Panamericanos 2027 sirva para que los cientos de miles de limeños como Felipe y Rosa puedan aspirar a vivir en una ciudad sostenible donde sus hijos recuperen la esperanza que ellos hoy han perdido.

 

 

 

Fuente: CanalB

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