Por Augusto Cáceres Viñas, médico y político exalcalde de San Isidro
Los últimos acontecimientos que desnudan a fiscales supremos, presidenta, ministros, miembros de la JNJ, personal adscrito al ministerio público, congresistas y otras altas autoridades del Estado peruano, son una muestra más de la grave y profunda crisis por la que atraviesa nuestra patria desde hace mucho tiempo atrás.
La crisis en el Perú es principalmente una crisis moral, de valores y principios.
Ver cómo los más altos representantes del ministerio público; la fiscal de la nación, los fiscales supremos y otros más de menor rango, se comportan como si fuesen enemigos, despotricando unos de otros públicamente, acusándose entre ellos de criminales, delincuentes o mafiosos y denunciándose mutuamente y sin ningún pudor ante la ciudadanía, es muestra de la profunda descomposición moral de esa entidad, que no es de hoy, sino muy añeja.
Sin embargo, ahí no queda todo, las acciones de estas personas, hoy fiscales, asesores, funcionarios propios y adscritos al ministerio público ha contaminado a otras instituciones y altos funcionarios públicos, incluso a la presidente, lo cual nos muestra, descaradamente, de todos ellos su total desprecio por los ciudadanos.
Hoy, los involucrados, están utilizando el poder que momentáneamente y en representación de la nación le dimos los peruanos para sus intereses personales y subalternos, para impedir, mediatizar o pervertir la acción de la justicia, en algunos casos, y en otros para utilizar su poder de perseguir el delito e impartir justicia para perseguir a oponentes; propios y de sus aliados, conseguir favores personales o políticos. Todos ellos absolutamente subalternos.
Es la judicialización de la política y la politización de la justicia, lo que hoy observamos aterrados los ciudadanos.
Es imperativo destacar que en medio de este profundo caos en las alturas del Estado, estamos los ciudadanos de a pie.
¿Que ejemplo nos dan todos ellos? Uno muy malo, en verdad más que eso, son todos y cada uno de estos “personajes” el peor ejemplo para todos los peruanos.
¿Si ellos se comportan así, porque nosotros no? Ahí está patéticamente demostrada la profunda crisis moral por la que atraviesa el Perú, de manera crónica y descarnada.
En medio de una recesión económica, sumidos en una grave situación de inseguridad ciudadana, y con un fenómeno del Niño ad portas, los que deberían ser nuestros referentes y guías se comportan de manera absolutamente contraria; indecorosa y condenable.
Ante ello, una total, profunda, seria y muy técnica reorganización del ministerio público es imprescindible, los malos elementos que hoy la denigran deben salir y debemos convertir al ministerio público en ese ente que nos garantice a todos lo que hoy no tenemos; que nadie será perseguido por sus posiciones políticas e ideas nunca, y que los magistrados y fiscales serán garantes de la legalidad y la justicia y que nunca buscarán favores o beneficios personales y políticos.
Hoy, se ha mellado el Estado derecho y roto la separación y autonomía de los poderes en el Perú, y ello debe restituirse ya.
Fuente: CanalB
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