Fuente: EL REPORTE
El presidente Pedro Castillo no solo ha comprometido nuestra política interna con las investigaciones fiscales en su contra, su rechazo al control parlamentario y un largo etcétera. También ha agravado nuestra presencia en el exterior con sus antojos ministeriales. Este último 13 de septiembre, casi a las 11 de la noche, presentó al cuarto titular de la Cancillería, en tan solo 14 meses de gestión. Ahora el administrador del Ministerio de Relaciones Exteriores es César Landa Arroyo, quien vuelve después de que renunciara Miguel Ángel Rodríguez Mackay. La salida de este último se dio en el marco de las divergencias con el mandatario. Entre estas, por el trato diplomático que debía adoptar el país frente a la República Árabe Saharaui Democrática. La volubilidad en el cargo del ministro no es el único estrago. Otro fue la renuncia de nuestros embajadores en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y en la Organización de Estados Americanos (OEA). La inestabilidad se convirtió en un denominador común en este portafolio.
Pese a ser la Cancillería nuestra médula en el sistema internacional, el mandatario no tuvo reparos en poner como primer titular al exguerrillero Héctor Bejar. Tras ponerse al relieve sus antecedentes, como el de haber deslegitimado a La Marina diciendo que esta inició el terrorismo, su duración en el cargo no pasó del mes. “Porque el terrorismo en el Perú lo inició la Marina y eso se puede demostrar históricamente y han sido entrenados para eso por la CIA”, había mencionado algunos años atrás. Esto, sin embargo, no fue un punto final. Solo fue la antesala de un gobierno que mostraba aptitudes para el ensayo ministerial.
En lugar de Béjar, entró el 20 de agosto Óscar Maurtua. La relación de este nuevo ministro con el entonces partido oficial de gobierno, Perú Libre, fue espinoso. Su vicecanciller Luis Enrique Chávez dijo que no reconocía a “ninguna autoridad legítima en Venezuela”, en referencia al dictador Nicolás Maduro. El entonces premier Guido Bellido, de la bancada perulibrista, pidió por esto la cabeza de Maurtua y Cancillería tuvo que ratificar inmediatamente el lazo con el chavismo. También le pusieron la cruz por suscribir la renovación de un acuerdo con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). “Imperdonable”, dijo el legislador Guillermo Bermejo. Con este titular de la Cancillería también se restauró, en septiembre, el lazo con la República Árabe Saharaui Democrática, que sigue generando anticuerpos por su condición de descolonización inconclusa, por el supuesto lobbismo que practican, por su pasado marxista al estar alineada a la Unión Soviética y más.
Esto le costó una interpelación a Maurtua en el Congreso. Y luego, para febrero de 2022, el mandatario ya le había quitado la venia. En su lugar juró César Landa. El constitucionalista tuvo un paso que generó menos fricción, aunque calentó la cancha cuando se mostró a favor de la ‘Ley mordaza’ que presentó el Ejecutivo. Su presencia mantuvo a flote la posta de Manuel Rodríguez como secretario general de la ONU y también la de Harold Forsyth como Representante Permanente del Perú ante la OEA. Con el primero los unía el interés por el Acuerdo de Escazú. Sin embargo, esto se desinfló cuando el jefe de Estado sacó a Landa y puso a Miguel Rodríguez Mackay. La Cancillería, con este cambio, generó demasiadas fricciones con el sector izquierdista de su cuerpo.
La llegada de Mackay provocó la renuncia inmediata de Rodríguez y Forsyth, embajadores de tendencia izquierdista. El primero señaló que este nuevo ministro no consideraba relevante la ratificación del país en el Acuerdo de Escazú. Luego, vinieron dos colisiones más. El canciller rompió las relaciones bilaterales con la República Árabe Saharaui Democrática, pero poco tiempo después el presidente lo desdijo. “A un año de establecer relaciones diplomáticas con la República Árabe Saharaui Democrática, nos reafirmamos en persistir la defensa de su autodeterminación soberana”, tuiteó el jefe de Estado. Luego, el detonante, a menos de un mes de haber asumido, se dio cuando intentó firmar la Convención del Mar. La congresista Margot Palacios lo denunció por traición a la patria.
La relación estalló y este último martes 13 de septiembre el presidente decidió volver a poner en la Cancillería a César Landa.
La política exterior solía ser un oasis de profesionalismo y estabilidad dentro la maraña estatal peruana. Hoy en día, gracias a diplomáticos que se presentan al juego, y demás mercachifles, la política exterior es una política chotana más, idas y venidas, mezcladas con izquierdismo irreflexivo.
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Fuente: CanalB
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