Opinión

El costo de oportunidad en la obra municipal; Carlos E. Gálvez Pinillos

Publicado el 21 de abril de 2025

Por Carlos E. Gálvez Pinillos, expresidente de la SNMPE


Siempre me pregunto, si los alcaldes tendrán idea de los impactos positivos y negativos de sus obras.  Después de observar sus decisiones, he llegado a la conclusión que, a ellos les importa un pito el costo de oportunidad de los ciudadanos a los que deben servir.

 

¿Alguno piensa en la congestión del tránsito durante la ejecución del proyecto, el impacto económico a los negocios, a los que se cierra el acceso durante los trabajos o, el malestar y contaminación creado por sus malas decisiones? A simple vista, la respuesta es NO.

 

Si les importara algo, harían el planeamiento de sus obras para que se ejecuten en las temporadas de menor impacto, con el plazo más breve de ejecución posible y minimizando las interferencias con las actividades de la ciudad. Así, por ejemplo, aprovecharían de asfaltar las avenidas cercanas a colegios, en las épocas de vacaciones y no cuando se inician las clases. Si respetaran a los ciudadanos, contratarían las obras para que estas se ejecuten preferentemente en sábados, domingos, feriados y sin desperdiciar los horarios nocturnos. Cuando hay menos interferencias, se avanza más rápido, a menor costo y se producen menos desvíos, tal como lo hace el mundo civilizado.

 

Todo lo anterior, requiere un criterio de servicio al ciudadano. Ser consciente de que, los negocios se perjudican cuando sus clientes no tienen acceso a este, de que el país pierde cuando el tráfico se ralentiza y congestiona, de que “quemamos” más combustible inútilmente, mientras se incrementa la contaminación con dióxido de carbono, desgastamos nuestros vehículos, el ciudadano se estresa y que lo mencionado, es una tremenda deseconomía.

 

Obviamente, hay quienes arguyen: (i) Que el trabajo nocturno es más caro; (ii) Que los trabajos en domingos y feriados cuestan más; (iii) Que no deben hacer ruidos por el trabajo en las noches.

 

Pues bien, los alcaldes deben sopesar el sobrecosto de esos trabajadores, con el costo de las horas perdidas por sus trabajadores, por interferencias, y por todos los ciudadanos, sorteando sus obstáculos o simplemente, atascados en el tráfico. Los trabajos en domingos y feriados, no tienen por qué costar más, a menos que se les esté eliminando su día de descanso semanal. Finalmente, avanzado el siglo XXI, ya tenemos equipos silenciosos en el mercado, por lo que no tendrían argumentos para evitar el trabajo nocturno.

 

Es un chiste de mal gusto, que el alcalde de Miraflores haya salido a decir, que la obra del puente peatonal que unirá Miraflores con Barranco, “no le costará ni un sol más a la municipalidad”… Ni siquiera es consciente de que, obstruyó y bloqueó la Quebrada de Armendáriz durante los meses de verano, cuando es más demandada. Tampoco considera que lleva más de siete meses bloqueando el viaducto que sale de la Costa Verde a Barranco y que, todo eso, es un tremendo malestar y deseconomía para los ciudadanos que están obligados a movilizarse por esas rutas. Y por supuesto, las preguntas son ¿a quién beneficia ese puente horroroso? ¿a quién le consultaron la conveniencia de su construcción, incluyendo los impactos negativos?

 

Por otro lado, como consecuencia del crecimiento económico, Lima ha multiplicado el número de vehículos en circulación, pero está reduciendo dramáticamente el área útil para la circulación de estos.

 

Por eso, no quiero dejar de mencionar el daño permanente ocasionado por la decisión de diversos alcaldes distritales de reducir la calzada, ampliar ciclovías y veredas. Hemos llegado al extremo, de que, donde antes había dos carriles, ahora hay sólo uno, con obstáculos horizontales y verticales (curvas innecesarias y rompemuelles absurdamente grandes).

 

Todos entendemos la propensión mundial a reducir el transporte vehicular privado, pero para concretarlo, lo primero que se debe hacer es mejorar exponencialmente la oferta de transporte masivo decente y, esto no se ofrece culminar sino hasta dentro de muchos años.

 

El resultado está a la vista, hoy los alcaldes están hostilizando al ciudadano con ciclovías poco usadas y ampliación de veredas. Esta reducción del área para el tránsito vehicular, genera permanentemente un gran caos vehicular, al extremo que, ya no se distinguen las horas punta en el tránsito. No se trata ya de molestias temporales por obras, sino de una reducción permanente del espacio para circular.

 

Pero nadie aplica soluciones:

  1. Chatarreo de vehículos en condiciones sub estándar.
  2. Chatarreo de vehículos con multas impagas que superan el 50% de su valor.
  3. Peaje a ciertas vías y áreas de acceso que queremos restringir.
  4. Restablecer las áreas de circulación de las calles y avenidas a su dimensión original.


Alcaldes, no pongan la carreta delante de los caballos. Liberen las vías para los autos privados, ahórrennos dinero y, cuando tengamos el servicio público adecuado, vuelvan a restringir el transporte privado.

 

 

Fuente: CanalB

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