Política

Alta diplomacia y touché francés, por Javier Díaz Orihuela

Publicado el 13 de noviembre de 2023

Por Javier Díaz Orihuela, exsenador de la República
Publicado en Expreso

 

Hace poco estuve en París, y pasando frente al Palacio Matignon, sede del premier francés, recordé la forma en que los gobiernos trataban a las delegaciones oficiales peruanas.

 

¡Qué diferencia! Reviví aquel episodio en que renegociamos la deuda externa peruana en el Club de París. En 1984, la delegación estaba integrada por el presidente del Consejo de Ministros, Sandro Mariátegui; el ministro de Economía y Finanzas, José Benavides, y yo, representando al Senado de la República.

 

Las arduas negociaciones de dos días cerraron cuando el presidente del FMI, Jacques de Larosiére, anunció la aprobación de nuestra Carta de Intención. En ella se fijaron montos de renovación de pagos, lapsos para acreditarlos, intereses apropiados y hasta una nueva línea de crédito otorgada por el Fondo para cumplir parte de la deuda. También serias medidas de austeridad.

 

Al día siguiente, el presidente del Consejo de Ministros francés, Pierre Mauroy, ofreció un almuerzo en el palacete de Matignon de estilo barroco y jardines de tres hectáreas de impresionante belleza paisajista. Para la ocasión, la escolta militar yacía uniformada con elegancia y cascos plateados brillantes y coloridos penachos.


Siendo presidente de Francia el socialista Francois Mitterrand, se asumía que dicho palacio ostentaría modestia y que los funcionarios vestirían ropaje corriente; sin embargo, fuimos recibidos por personal que lucía frac, menaje de plata y champán Dom Pérignon. “¡Un gobierno socialista a todo lujo!”, pensé. “¡Caviares!”, dirían algunos.


En el fastuoso comedor, ubicado a mi derecha estaba el político y periodista Régis Debray. Tertuliamos. Él acompañó a Ernesto “Che” Guevara en su aventura guerrillera de los 60. Pero fue arrestado y sometido por el ejército boliviano a intensos interrogatorios. Tiempo después, en octubre de 1967, se supo que el “Che” fue capturado y ejecutado. A Debray se le imputó traición por delatar el lugar de operaciones del “Che”.

 

La propia hija, Aleida Guevara, aseguró al diario Clarín de Buenos Aires, que Debray “habló más de la cuenta”.
Durante el almuerzo, antes de que el premier leyera su discurso, cometí el error de preguntar a Debray si Mauroy era aquel afamado intelectual francés. Su respuesta fue desconcertante y atrevida. “Usted senador –dijo– está invitado por el primer ministro francés. ¿No tiene referencias de tan importante personaje?”. Reaccioné, pero Mauroy inició su discurso y guardamos silencio.

 

El dignatario destacó la buena imagen que tenía Perú. Después de todo no pasaba desapercibida la adquisición de los aviones supersónicos Mirage con los que nuestro país mostraba un extraordinario músculo disuasivo.

 

Después intervino Sandro Mariátegui y fue aplaudido. En ese instante, Debray me preguntó: “¿Este ministro Mariátegui tiene algún parentesco con José Carlos?”.

 

Volteé y a boca de jarro le espeté: “¿Dice usted que asesora al premier Mauroy y no tiene la menor idea quién es el agasajado principal?”, protesté.

 

Ensayó una fallida respuesta, empero añadí: “Escuche a Mariátegui y cállese”. Así le devolví su atrevida descortesía. Al levantarnos de la mesa y extenderme la mano dijo: “Touché”.

 

 

 

Fuente: CanalB

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