Por Francisco Calisto, publicado en Expreso
Es posible que la historia registre estos años como aquellos en que, al lado de acusaciones sobre grandes negociados en la esfera del Estado, se extendiera, como una peste, el robo, la coima, el asalto y la exacción en menor escala.
Nadie con dos dedos de frente desconoce que el abierto rechazo a autoridades y funcionarios en los diferentes niveles de gobierno se debe a la corrupción que campea en el país. No solo se expresa este repudio en múltiples encuestas, sino en el día a día de la calle. Solo basta salir de la burbuja en la que muchos viven y bajar al llano, interactuando con la realidad.
¿Qué clase de gentuza ha tomado por asalto, desde hace ya varios periodos de gobierno, las instituciones públicas? ¿Cómo se siente hoy el ciudadano de a pie cuando escucha, espantado, hablar de “organizaciones criminales” en todo el Estado?
Hoy se considera que una de las reglas fundamentales de la economía de mercado, y un requisito del sistema bancario eficiente, es el tan mentado “secreto bancario”… sí, es cierto, la protección de un derecho inherente a la persona, relacionado con la privacidad o la intimidad; es el caso, igualmente, del secreto de las comunicaciones, pues así lo consagra nuestra Constitución.
Pero ambos secretos están sujetos a ciertos límites, más aún cuando se afecta el bien público o la promoción de otros derechos. Y hoy estamos viendo cómo los corruptos aprovechan ilimitadamente estos derechos para encubrir todo tipo de actividades ilícitas, desde el espionaje político hasta el narcotráfico, la minería ilegal y otros.
Como miembro de nuestras FFAA ya en el retiro y como ciudadano de este país, creo que el Congreso debe promover la transparencia y la lucha contra la corrupción de un modo frontal y efectivo. ¿Cómo hacerlo?… pues “modificando” la normativa actual respecto del secreto bancario y el de las comunicaciones y posibilitando así que todo funcionario público, al ser nombrado o electo en cualquier puesto, autorice, por escrito, el levantamiento de estos secretos que, repetimos, están sujetos a ciertos límites cuando se afecta el bien público.
Decía mi santa abuela, “no esperemos el último momento para un acto de contrición. Mañana es tarde”. Y lo que el pueblo esperaría hoy de este Congreso es que dé muestras, aquí y ahora, de un compromiso sin medias tintas con las mayorías nacionales. Y, por tanto, se haga un gol en favor de ellas.
Señores, para luchar contra la corrupción estatal, es deber del Congreso promover el levantamiento del secreto bancario y de comunicaciones a todo aquel que sea electo o nombrado para un puesto en el Estado y así tendremos una verdadera transparencia en nuestro país… ¡Yo lo haría!… ¿Ustedes no?… veremos.
¡Pónganse la camiseta del Perú!
Por Francisco Calisto, vicealmirante (r)
#despiertaperudespierta
Fuente: CanalB
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