Por Miguel Lagos, publicado en Expreso
“Indignante que el Fiscal de la Nación Juan Carlos Villena haya dispuesto archivar y no formular denuncia constitucional contra Martín Vizcarra y sus exministros por la irregular compra de pruebas rápidas durante la pandemia de Covid-19, que ocasionó miles de pérdidas de vidas humanas y cuantiosas pérdidas económicas para beneficiar a empresas chinas”, resaltó recientemente la exprocuradora anticorrupción Katherine Ampuero. “¿Para eso querían cambiar a (Patricia) Benavides? ¿Para que regresen al poder los amigos de Vizcarra?”, preguntó por su parte la periodista Milagros Leiva sobre la evidente jugada fiscal a favor de Vizcarra; el hoy intocado e impune elegido y el otrora “primer vacunado de la nación”.
Concentrados solo en el desgobierno y la baja aprobación de Dina Boluarte, como en la podredumbre que emana desde ciertas trincheras del Congreso, la opinión pública se distrae de ver todo el juego político completo y la pugna de poder en el que están inmersas instituciones como la JNJ y específicamente fiscales, jueces y policías mediáticos y politizados. Este pugilato -que no es nuevo- al que se nombra hasta el hartazgo como la “judicialización de la política” o la “politización de la justicia”, ha generado una serie de impunidades selectivas que han dado acomodada forma el proceso sociopolítico nacional. Así, mientras el caviarismo que controla el tridente fiscal/judicial/policial parece desesperado por recuperar otros espacios de influencia en el Estado, busca paralelamente relanzar a toda costa al antifujimorismo y el antiaprismo electoralista; ambas identidades políticas negativas que les dieron cuotas de poder y acceso a enormes presupuestos públicos pero que fueron perdiendo considerable influjo en los últimos tres años (hoy no pueden convocar ni una marcha contundente contra sus enemigos) luego de que los mismos caviares eligieran y dieran soporte al prosenderista Castillo como presidente y “mal menor” en 2021. Vizcarra, como es sabido, forma parte de esta coalición a la que no le conviene de ningún modo el encarcelamiento del impune expresidente. Y mientras hoy surge un nuevo intento por volver a encarcelar a Keiko Fujimori, años después de haber logrado arrinconar al expresidente Alan García hasta su desaparición, la fuerza caviar de “centro” y sus funcionales andan silentes con Martín Vizcarra, Susana Villarán y sus cómplices y el otrora dúo cogobernante Nadine Heredia-Ollanta Humala.
El asunto de fondo no trata de hacer propaganda o activismo a favor o en contra de unos u otros, de tiros o troyanos. Se trata de reconocer que mucha de la política real -y hasta subterránea- que se hace en el país avanza y se determina por sectores y condiciones que han ido asegurando impunidades selectivas evidentes. Esto es un elemento clave, ineludible, para entender y prever los tensos escenarios políticos, los conflictos y los condicionantes que vendrán. Hace rato fue hora de mirar el panorama completo.
La campaña política ya inició en Perú. Que no sorprenda ver cómo se intenta, otra vez, instrumentalizar las instancias fiscales, judiciales y policiales en vínculo con las presiones mediáticas también selectivas. En esa dimensión los diversos comentarios, los análisis políticos y las evaluaciones “politológicas” no podrán dejar de lado o invisibilizar estos factores (el “caviarismo”, por ejemplo, ya es una variable política inevitable en el diagnóstico coyuntural y a todos los plazos) de lucha y competencia que dan forma caprichosa, pero no menos central, al sistema de conflictos nacional, a la situación de poder y a las “sorpresivas” encuestas y resultados electorales.
Fuente: CanalB
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