Por Augusto Cáceres Viñas
Hace más de sesenta años que el Perú dejó en manos de un sindicato y partido comunistas la educación de los peruanos. En 1972 se formó el SUTEP (sindicato único de los trabajadores de la educación peruana) manejado y dirigido hasta la fecha por el partido comunista peruano llamado patria roja y, esa desafortunada decisión de los gobernantes de nuestra patria desde ese año hasta la fecha, con sus escasas excepciones, es la principal causante de la enorme y desastrosa circunstancia política, social, económica y moral, por la que vivimos, hoy, los peruanos.
Que, desde hace décadas y, actualmente, siete de cada diez niños y jóvenes en edad escolar no entiendan lo que leen ni puedan resolver ni el más mínimo problema, es la clara demostración de esta desastrosa e indignante situación.
En todo el Perú, infortunadamente para nuestra nación, la mediocridad producto de la ignorancia generada por la pésima educación a través de seis largas décadas, es el signo distintivo de la república peruana.
Ejemplos hay muchos, pero hoy me quiero referir a un aspecto fundamental para la vida de los peruanos, el de la justicia peruana.
Cómo todos conocemos un sistema de justicia está compuesto por policías, fiscales y jueces.
¿Cómo va el sistema de justicia en nuestra patria?
Mal, sin ninguna duda y, la injusticia generalizada es resultado de ello.
¿Cómo mejorarlo o resolverlo?
Desterrando la mediocridad y la ignorancia en policías, fiscales y jueces.
Para ello debemos hacer, tan igual como se hace con los médicos; la especialización. Los médicos para ser cardiólogos, neurólogos, o cualquier otra especialidad deben estudiar tres o cuatro años a dedicación exclusiva y tiempo completo después de graduarse como médicos.
De esa misma manera los abogados deberían estudiar dos o tres años más, luego de graduarse, a tiempo completo y dedicación exclusiva, para ser fiscales o jueces. Estudios donde se les evalúe, además de sus conocimientos, sus principios y valores morales. No la parodia de “especialización” que hacen hoy.
En cuanto a la policía, es inadmisible que para graduarse de policía se estudie seis meses o un año, eso es inaudito e inconcebible. Tenemos hoy patrullando nuestras calles o atendiendo en las comisarías a jóvenes y no tan jóvenes policías con una absolutamente insuficiente y además deficiente formación educativa policial. Los policías más curtidos y experimentados, formados, también, inicialmente en seis o doce meses, no tienen las capacidades académicas ni profesionales que sustenten esa “experiencia”, para su actuación policiaca.
La mayoría de los policías que persiguen e investigan los delitos, tienen casi nula formación académica profesional y una deformada experiencia, producto de un crónico empirismo, carente de todo sustento científico. Es por ello fundamental que los policías estudien, cómo promedio, cuatro años para recibirse y ejercer como tales.
Por otro lado, los oficiales de policía, que son una minoría dentro del cuerpo policiaco, deberían hacer, tan igual como los médicos luego de recibirse como oficiales, después de seis años de formación, una segunda especialización académica tan igual que fiscales y jueces, para las grandes áreas de la labor policiaca; investigación, seguridad ciudadana, criminalista, orden público, terrorismo, entre otras, tan igual como sucede en las policías más desarrolladas del mundo. Una policía científica es fundamental.
Tal cual está hoy la formación y por ende la actuación de la policía, fiscalía y jueces, estos no son garantía de justicia en el Perú.
Y, La injusticia es, parafraseando a Vallejo, el odio de Dios.
Es por ello imprescindible realizar una profunda revolución educativa para acabar con la dictadura del comunismo y la mediocridad en la educación peruana única posibilidad para liberarnos del yugo de la ignorancia, porque solo el conocimiento nos hace, verdaderamente, libres y justos.
Fuente: CanalB
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